José Cornideun historiador ilustrado
- PIÑEIRO RIVAS, CARLOS
- Juan Antonio Sánchez Belén Director/a
Universidad de defensa: UNED. Universidad Nacional de Educación a Distancia
Fecha de defensa: 03 de noviembre de 2017
- Carlos Martínez Shaw Presidente/a
- Luis Díaz de la Guardia López Secretario
- José María de Francisco Olmos Vocal
Tipo: Tesis
Resumen
“Escribió muchas más obras sobre antigüedades, pero como quedaron inéditas, nada y nada sirvieron para ilustrar al país. Entregadas a la Academia de la Historia como a un centro de luz, allí quedaron sepultadas en la oscuridad, que no acertamos a comprender en esta época de gran publicidad”. Con este tono de amargura escribía el decimonónico historiador gallego Benito Vicetto (1824-1878), acerca del oprobio y olvido con que ha sido tratada la obra de José Andrés Cornide Saavedra y Folgueira, prócer coruñés y preboste de la cultura gallega del siglo XVIII, que había nacido en La Coruña durante el año 1734, en el seno de una familia acomodada. Heredero de varios títulos nobiliarios, mostró desde muy joven su pasión por los acontecimientos pasados. Su carácter arduo y diligente le condujo a adentrarse con denuedo en diferentes disciplinas, en las que evidenció un ingenio irrepetible y fascinante. Y es que Cornide era un polígrafo, un hombre avezado en el entusiasmo por conocer y dar a conocer, empeñado en la procura por examinar y solucionar los problemas económicos de sus coterráneos, y corregir la exigua cultura de los españoles en general. Por la cantidad de obras y manuscritos que legó, y por el número e importancia de cargos oficiales que desempeñó, tenemos la certeza de estar hablando de un hombre hiperactivo en el estudio y en el trabajo, un noctámbulo de la cultura, con una vida incesante en el acopio de responsabilidades, animado por su desvelo en el cumplimiento de las mismas. Un hombre que a los veintiún años ya era académico honorario de la Real Academia de la Historia; un políglota que había transcrito inscripciones de tiempos remotos en sus numerosos viajes; investigador tenaz, que acometió el estudio de las vías romanas en España, texto incompleto, pero que supone el ensayo más importante escrito hasta entonces sobre ese asunto; el primer autor español que escribió un tratado sobre ictiología y sobre la historia natural; el personaje más decisivo para la restauración de la Torre de Hércules, monumento identificativo de la ciudad de La Coruña, y el primer autor que escribió una detallada monografía sobre la misma; cartógrafo reconocido, que colaboró con Enrique Flórez y Tomás López; autor de una historia de la minería de Galicia, admirada hoy en todos los ámbitos de esa ciencia por su extraordinaria contribución al conocimiento histórico del sector extractivo gallego; geógrafo eminente y viajero incansable, que además de detallar topográficamente a las tierras gallegas, se atreve a escribir una interesante Descripción física de España y una Descripción física, civil y militar de los Montes Pirineos, en defensa, esta última, de los intereses nacionales durante las negociaciones de límites fronterizos con Francia; editor de importantes obras antiguas, como La Crónica de San Luis o una recopilación de obras de Ambrosio de Morales, en las que toma parte activamente mediante introducciones, notas, apéndices, opúsculos y disertaciones; y sobre todo, su pasión por la investigación histórica, que le llevó a elaborar disímiles estudios e informes para la Real Academia de la Historia, como son las memorias sobre Talavera la Vieja o Cabeza del Griego, además del famoso viaje a Portugal, donde después de una extraordinaria recopilación geográfica e histórica, lleva a cabo una misión secreta para el gobierno de España, como fue la de facilitar los datos necesarios para una posible invasión de ese país. Ejemplo de su protagonismo en los estudios antiguos y arqueológicos, fue su elección para formar parte, junto a Isidoro Bosarte y José Ortiz y Sanz, en la elaboración de la Real Cédula del año 1803, que sirvió para situar a España en el lugar que le correspondía, entre las naciones cultas de Europa. Con virtud incansable redactó Memorias, Informes o Descripciones, además de escribir tratados en los que se puede apreciar sus extraordinarios conocimientos y exquisito juicio, dando lugar a una prolija producción escrita en toda clase de materias, tanto humanísticas como científicas, fruto de su vocación por el estudio y de la experiencia adquirida en el ejercicio de los cargos públicos que desempeñó. Dentro de su faceta de filólogo, dominaba con soltura varios idiomas, como el gallego, castellano y latín, entendiendo otros como el griego, francés, italiano e inglés. Con respecto al estado de la cuestión, diremos que, desde el exordio al epílogo, el objeto de este proyecto es la investigación, estudio y análisis de la obra histórico-geográfica compuesta por el polígrafo coruñés José Cornide. La editada y, fundamentalmente, de la original e inédita. Se han formado varias biografías sobre él; se han escrito comentarios, artículos y compendios de sus viajes; y también se ha alabado sus conocimientos sobre cartografía e historia natural. Estos textos se analizarán en este trabajo para encuadrar una demorada cuita, que es la de escribir en profundidad sobre su faceta como docto en el arte de Clío. Este es el hueco que, sin ansia de albricias, se procurará cubrir. Examinando su producción literaria, se observa un marcado interés por la arqueología y el mundo antiguo, hecho que provocará un anhelo obsesivo en la investigación sobre el pasado, labor que desempeñará con enjundia y que marcará su existencia. La avidez por las exploraciones arqueológicas, anejado a la lectura y análisis de libros antiguos, le convertirá en un lúcido estudioso de nuestra historia pretérita. Será uno de los pioneros y, probablemente, el más conspicuo en el empleo de los nuevos métodos historiográficos que guiarán los estudios históricos de la centuria. Primero en La Coruña y posteriormente a su traslado a Madrid, escribió una importantísima obra histórica y geográfica, a la altura de los más importantes autores contemporáneos. Parte de ella ha sido editada, y otra, la cual debido a su prematura muerte no fue preparada para su publicación, permanece inédita en archivos y bibliotecas de diversas instituciones, dejando pérfidamente que se consuma ignorada por el paso del tiempo. Este detalle, precisamente, es la exégesis del hecho de que José Cornide no haya sido reconocido como en justicia debiera. El conjunto que legó a la Academia permaneció en el olvido hasta hace bien poco, cuando alguno de nuestros historiadores, en el quehacer de sus investigaciones, han sacado a la luz algunos de ellos, quedando la mayoría ignotos. Al no editarse el grueso de su obra, su nombre no ha repercutido de igual forma que el de otros autores coetáneos que fueron reconocidos en su tiempo. A este aserto se añade la ausencia de un estudio monográfico sobre sus libros impresos, de manera que no ha trascendido el estilo y las aportaciones de cada uno de sus manuscritos al no existir un trabajo que aglutine toda su producción intelectual. Sin embargo, todos los que han disfrutado de su lectura, han encontrado a un autor legible en sus discursos y maestro en erudición, documentación, crítica y análisis pormenorizado; un intérprete sensible en cada tema tratado. Pero, probablemente, lo más interesante de este autor es lo que todavía no se ha editado. La difusión de sus escritos inéditos podría aportar información y datos imprescindibles, ya que es posible que algunas de las fuentes que el autor utilizó entonces, hoy hayan desaparecido, por lo que sus papeles pueden ser el vestigio de historias perdidas. Existen comentarios escritos de antiguos académicos que tuvieron acceso a sus papeles, como es el caso de Fort y Pazos, en donde señalan sus interesantes comentarios sobre monumentos, inscripciones, restos arqueológicos diversos, etc., algunos de ellos desaparecidos. Estos argumentos, y posibles descubrimientos nuevos, configuran, dicho con espíritu circunspecto, una propuesta de investigación a todas luces emocionante. Con este trabajo intento iniciar ese camino, coram populo, empezando por mostrar al Cornide más prolífico analizando su obra más accesible; y a través del examen de una serie de documentos y manuscritos inéditos que se conservan en los archivos anteriormente mencionados, sacar a la luz de los folios algunas memorias y trabajos, hasta ahora, desconocidos. Con respecto a la obra editada, la finalidad es desgranar a través de sus libros impresos, todas las características que definen a este personaje como prototipo de hombre ilustrado, dentro de su faceta creadora, con la prestancia de no incurrir en el menoscabo hagiográfico. Desmenuzando cada una de estas obras conoceremos al auténtico Cornide, un autor cultivado, eminente, intelectual y políglota, que huye de todo espurio y se muestra dispuesto a irradiar una propuesta de ideas nuevas con las que enriquecer la historiografía de su época. En relación a su obra desconocida, es sensible la esperanza de encontrar, dentro de ella, reseñas y datos que contribuyan al aprendizaje y mejor comprensión de nuestra historia. En este trabajo se publican, por primera vez, algunas de las obras de Cornide que permanecían inéditas. Como se podrá comprobar, se trata de varios estudios históricos sobre diversos temas, en donde se muestra a un autor enciclopédico, laborioso y solícito, aportando datos y planteamientos originales. Estoy convencido de que esta epifanía suscitará el interés de los lectores legos y, por descontado, de los avezados. El conjunto de este trabajo consta de cinco capítulos en total. En el primero se desarrolla una oportuna y completa biografía del autor, ahondando en sus orígenes y en el conjunto familiar, además de repasar la educación y formación cultural, valorando su preparación autodidacta. El capítulo segundo está dedicado a sus escritos sobre geografía y cartografía, un desempeño que, al igual que los trabajos sobre historia, ocuparían a nuestra autor durante todos sus años de vigor intelectual. Seguidamente, en el tercer capítulo, se aborda el análisis de la obra histórica de José Cornide. Principia con un estudio sobre la historiografía de los siglos anteriores, que precede a una trasformación de los métodos de investigación histórica en nuestro país, que singularizará toda la centuria. Herederos de los novatores, los historiadores dieciochescos, apoyados por las instituciones monárquicas y con el amparo y asesoramiento de la naciente Academia de la Historia, intentaron expurgar de fábulas y supersticiones a nuestra historia, empleando el realismo y objetividad en la investigación, creando sistemas y métodos que ayudasen a concretar una historia creíble, que instruyese en la certeza de los hechos y alejase de la ignorancia de historias ficticias. Modelo de estas características lo encontramos en la faceta científica y creadora de José Cornide. Es difícil encontrar a otro autor de su tiempo que reúna semejante capacidad para acometer el estudio de la historia bajo las nuevas directrices, cuya fidelidad a las mismas se demuestra en cada uno de sus autógrafos. Fue uno de los pioneros en el empleo de la epigrafía como fuente para la confección de su obra. Prueba de ello es el hecho de que Hübner utilizara numerosas transcripciones de Cornide para confeccionar su obra, primera en España sobre inscripciones romanas. Con respecto al uso de la bibliografía como fuente, solo indicar que uno de los investigadores actuales más prolijos en nuestro país, Juan Manuel Abascal, señala a Cornide como: “el mayor experto en la obra escrita por su generación, por encima incluso de Gregorio Mayans, y sin duda el mejor conocedor de los fondos manuscritos que albergaban las bibliotecas de España y Portugal”. Cornide fue uno de los iniciadores de la arqueología en España, y sin duda uno de los historiadores que más empleó los viajes literarios para sus investigaciones. Es insólito e inadmisible que, como se demuestra en la narración, siendo el historiador que mejor representa a la nueva historiografía del siglo XVIII, además de la importancia de su obra histórica, hoy sea un personaje secundario en el panorama historiográfico de su época. Para elucidar toda su producción, y al respecto de este menester, se profundiza en su obra a través del método de epítome y crítica de sus principales títulos. El título cuarto desarrolla una faceta de Cornide que estuvo presente en distintos períodos de su existencia, en la cual, basado en su designio como historiador, aborda una serie de trabajos de investigación impregnados de un sentido erudito, con el fin de buscar la explicación a los sucesos contemporáneos a través de los hechos pasados. En el quinto epígrafe nos ocupamos de los trabajos e informes que escribió para la Academia de la Historia, la mayoría de ellos fruto de sus numerosos y entusiastas viajes, obligado por los diversos cargos que ocupó dentro de ella. Se puede acreditar el prestigio y admiración que le profesaban los gobernantes y eruditos contemporáneos, corroborado a través del examen de su relación epistolar; con sus servicios a los arduos gobiernos y tareas que le fueron encomendados a lo largo de su arraigo en Galicia; atendiendo a su distinción como miembro de las Sociedades Económicas de Amigos del País de Santiago, Lugo y Vascongada, así como de la Real Academia de las Tres Nobles Artes de San Luis, en Zaragoza; otorgándole la dignidad de formar parte de la comisión encargada de elaborar el Diccionario de voces españolas de geografía e hidrografía y del Diccionario histórico-geográfico de España; valorando su designación, por parte del gobierno de España, para llevar a cabo una labor de espionaje con el fin de localizar el entramado defensivo del reino de Portugal, en aras a una posible confrontación bélica; sin olvidar la distinción que le fue otorgada por parte de los órganos de dirección de la Real Academia de la Historia, durante su breve estancia de trece años en esa institución, para ocupar los cargos de Revisor General, Presidente de la Sala de Antigüedades y Bibliotecario, convirtiéndose igualmente en el primer Secretario Perpetuo de esa corporación. Esta consideración, como uno de los eruditos más relevantes de nuestra cultura, communis opinio entre sus contemporáneos, le fue negada con el paso del tiempo, debido a que la mayor parte de sus escritos permanecen atados con leznas en legajos, empolvándose en los archivos, fruto de la incuria, la ignominia y la injusticia. La presentación de algunas de sus obras, hasta el día de hoy inéditas, que se incluyen en esta tesis, inspira un anhelo de confianza, dicho con cierta mesura, con el que aventar para que el polígrafo gallego sea dispuesto en el lugar que por su categoría y lustre le corresponde. La localización de numerosas ciudades antiguas, como el caso de Segóbriga; el asesoramiento histórico en la reconstrucción de monumentos, como se muestra en la actual franja en espiral de la vetusta y coruñesa Torre de Hércules, recuerdo de la rampa primitiva; el descubrimiento y transcripción de numerosas inscripciones de la antigüedad, algunas ya desaparecidas, que han permitido conformar episodios importantes de nuestra historia; la formación de mapas que describen la geografía histórica, modelo para autores de su época y posteriores; sus eruditas y argumentadas teorías, vigentes todavía en nuestro tiempo, de las que son ejemplo la identidad de los antiguos pobladores de Galicia o la situación de las famosas islas Casitérides; el mérito de ser uno de los primeros autores españoles que realizaron un estudio completo de la geografía e historia de otro país, como fue el Estado de Portugal en el año 1800, manual básico para los cronistas nativos; la elaboración, junto a Isidoro Bosarte y José Ortiz, de una de las primeras leyes europeas sobre la conservación de monumentos, la Real Cédula de 1803; son algunas de las aportaciones a la investigación histórica del ilustrado coruñés, quedando diferido el examen científico de la totalidad de su obra inédita. Basándose en lo expuesto, no parece extraño que este proyecto genere una humilde ambición, en estas líneas fundamentada, para que sirva de testimonio con el fin de situar a este autor, sin que parezca un paroxismo, entre los principales historiadores del siglo XVIII, pagando una deuda de gratitud, en todo caso merecida. Nihil obstat, pues es de justicia, impetrar para el egregio José Cornide, la nombradía que le corresponde entre los más extraordinarios eruditos de la ilustración, y, probablemente, el más eminente y prolijo historiador de la centuria.