La educación y la cultura como armas de construcción masiva en la Nicaragua sandinista (1979-1990)

  1. Rodríguez Moya, Daniel
Dirigida por:
  1. María del Mar Campos Fernández-Fígares Director/a
  2. María Remedios Sánchez García Codirectora

Universidad de defensa: Universidad de Almería

Fecha de defensa: 19 de diciembre de 2016

Tribunal:
  1. José Alvarez Rodríguez Presidente
  2. María del Carmen Quiles Cabrera Secretario/a
  3. Fernando Valverde Rodriguez Vocal

Tipo: Tesis

Teseo: 447653 DIALNET

Resumen

1. Título “LA EDUCACIÓN Y LA CULTURA COMO ARMAS DE CONSTRUCCIÓN MASIVA EN LA NICARAGUA SANDINISTA (1979-1990)” 2. Introducción El triunfo de la Revolución Sandinista en 1979, siguiendo a Alegría, C. y Flakoll, D.J. (2004), puede ser considerado como el de la última revolución del siglo XX que hizo el amago de convertir en realidad los postulados utópicos de este tipo de movimientos sociales, como recuerda (Ramírez, 1999) con diversos proyectos que, aunque no terminaron de cuajar por diversas circunstancias, sí dejaron un poso importante en el ámbito social, sobre todo desde el punto de vista cultural y educativo. A pesar de los importantes logros que se obtuvieron a lo largo de los diez años que el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) obstentó el poder en Nicaragua, su herencia se ha diluido con el paso de los años y, fuera de un ámbito casi estrictamente local y regional, en los últimos años prácticamente no han aparecido estudios, tesis y demás trabajos o monografías que profundicen en este periodo y que lo analicen con la perspectiva que da el paso del tiempo y la revisión de las fuentes tanto bibliográficas como orales existentes. En Nicaragua han aparecido en las últimas dos décadas algunos títulos de referencia que tratan algunos aspectos de la revolución sandinista y especialmente trabajos memorialistas en los que algunos de los protagonistas narran en primera persona cómo vivieron los acontecimimientos, de qué manera se produjeron las distintas etapas que llevaron al triunfo de la revolución, la puesta en marcha de diferentes programas educativos y culturales y cuáles fueron algunas de sus consecuencias a lo largo del tiempo. Nicaragua. Estos estudios no obedecen a una corriente determinada mediante la cual se pretenda recuperar una parte de la historia de la Nicaragua reciente más o menos desconocida. Se trata de trabajos más o menos fragmentarios que obedecen más bien al interés de determinados autores locales. Entre estos trabajos destacan Cardenal, E. (2003), donde narra en primera persona, como protagonista del proceso revolucionario en diversos aspectos, Pineda Flores, O. (1991), en el que se narra la experiencia personal de uno de los participantes en la Cruzada Nacional de Alfabetización. Fuera del ámbito nicaragüense es prácticamente insignificante la incidencia en este tipo de trabajos en los últimos 20 años si exceptuamos el trabajo de Palazón, G. (2010). De los logros de la revolución sandinista sin duda los más significativos son los que se produjeron en el ámbito de la educación y de la cultura, logros que son tal vez la única herencia que vale la pena rescatar de aquel periodo complicado para la historia de este país centroamericano. En este sentido son dos los proyectos fundamentales relacionados con la educación y la cultura que se convirtieron en esas armas de construcción masiva, de creación de una Nueva Nicaragua que fuera capaz de sepultar para siempre al ignorancia, el analfabetismo endémico y, a su vez, crear una conciencia política y social que vertebrara la identidad del país. Estos dos proyectos, muy exitosos, fueron por un lado los talleres de poesía que puso en marcha el poeta Ernesto Cardenal, nombrado ministro de Cultura nada más triunfar la revolución, a lo largo y ancho de todo el páis y, por otro lado, la Cruzada Nacional de Alfabetización, un ambicioso proyecto que echó a caminar a los pocos meses del triunfo revolucionario con el objetivo de reducir las alarmantes cifras de personas que no sabían leer ni escribir. Más allá de la lucha armada y política la revolución sandinista contó con unas herramientas de cambio social que la convirtieron en una experiencia única, esperanzadora e ilusionante, una experiencia que, décadas después, pareciera que, como en el monólogo final de la película Blade Runner, estuvo llena de momentos “perdidos en el tiempo, como lágrimas en la lluvia”. 3 Justificación Comentábamos que el análisis y el conocimiento del periodo histórico que abarca la revolución y el gobierno sandinista entre 1979 y 1990, estudiado por Blandón, Ch. (2008), en sus aspectos culturales y educativos no ha sido abordado por la bibliografía de manera suficiente y, sobre todo, con perspectiva histórica. En los años ochenta, paralelamente al propio proceso, sí proliferaron tesis, y otros estudios que se centraron en algunos de estos aspectos. Se trata, por tanto de estudios realizados en caliente, basados en la propia experiencia de los estudiosos como observadores del fenómeno y en muchos casos participantes del mismo. Tras la derrota electoral del Frente Sandinista de Liberación Nacional en las elecciones de 1990, cuando ganó las elecciones generales la Unión Nacional Opositora encabezada por Violeta Chamorro, y tras casi diez años de guerra auspiciada por la CIA norteamericana, el sueño sandinista se desmorona como un castillo de arena. Comienza una etapa de gobiernos neoliberales y de desomposición moral del Frente Sandinista que va diluyendo el interés por Nicaragua en el resto del mundo, lo que de algún modo influye en que deje de estudiarse el periodo revolucionario y en especial su aspecto cultural y educativo. Sobre el ámbito bélico y las implicaciones que la revolución sandinista trajo al mundo de finales del siglo XX, en plena guerra fría, sí que no cesado la producción científica, en la que se han abordado en distintos trabajos muchos de sus pormenores eso sí, casi siempre dentro del ámbito nicaragüense o centroamericano. Por eso, desde nuestro punto de vista, acercarse ahora a esos elementos culturales y educativos desde una perspectiva histórica y temporal suficiente puede ofrecer una dimensión más fidedigna de lo que supusieron en la construcción del discurso identitario de Nicaragua. 4. Hipótesis ¿Para qué sirve la poesía, el arte, la educación, la cultura? Es la eterna cuestión que se plantea una y mil veces a los poetas, a los artistas en general, más en un tiempo en el que nos ha tocado vivir en el que el utilitarismo lo reduce todo, especialmente el arte y la cultura. Son muchos los intelectuales que han entrado en estas disquisiciones y han ofrecido, desde sus poéticas, respuestas más o menos convincentes a la gran cuestión. El objeto de este trabajo que aquí iniciamos pretende ofrecer una respuesta válida, con sólidos argumentos, porque a lo largo de ella trataré de demostrar que gracias a la poesía un país como Nicaragua consiguió en un momento muy concreto de su historia despertar la conciencia de gran parte de un pueblo que vivió bajo la opresión de una dictadura como la de la saga familiar de los Somoza entre 1934 y 1979. La poesía como modo de agitar conciencias, Fernández, F. (1986), no de manera utópica sino de modo pragmático, en un aquí y un ahora muy concreto, el del proceso revolucionario que vivió ese país centroamericano que se conoció como Revolución Popular Sandinista. Pero no sólo eso, sino también para salir de analfabetismo al que estaba condenado el país de manera parecía que permanente. A la Revolución Popular Sandinista también se la ha conocido como la revolución de los poetas, y es que al frente de la misma se situaron numeroso escritores. Cardenal (2006) afirma que la poesía nicaragüense tiene dos momentos fundamentales, dos hitos diferenciadores. Por un lado el que marca Rubén Darío y por otro toda la literatura que se produjo posteriormente al autor de Azul. De este modo Ernesto Cardenal identifica un fenómeno de carácter individual e irrepetible y otro colectivo, sólo que Cardenal equipara ambos. Y dentro de esta segunda división, el propio Cardenal brilla con luz propia, como bien determina Arellano, J.A. (1997). De todos los poetas que tuvieron protagonismo en la revolución sandinista, el más importante sin duda fue Ernesto Cardenal. Poeta, sacerdote católico, uno de los principales precursores de la denominada Teología de la Liberación y ministro de Cultura en el primer gobierno sandinista tras la caída del dictador Anastasio Somoza. Cardenal fue el impulsor de una política de acercamiento de la cultura en general y de la poesía en particular entre todos los nicaragüenses, poniendo en marcha numerosos talleres poéticos a lo largo y ancho del país. Esta medida, no exenta de numerosas críticas como se verá a lo largo del trabajo, complementó una iniciativa de gran envergadura que su hermano, Fernando Cardenal, también sacerdote católico, ponía en marcha desde el Ministerio de Educación, cuya cartera ostentaba: la Cruzada Nacional de Alfabetización. Un ambicioso plan que pretendía –era el tiempo en el que lo imposible no era más que otro reto que superar– reducir de manera drástica el analfabetismo en Nicaragua. Cruzada Nacional de Alfabetización y talleres de poesía se convirtieron en la vanguardia de un modo nuevo de construir un país que emergía de las cenizas de una guerra de liberación que había dejado 50.000 muertos y también en centro de las críticas de los que más que un modo de sacar al pueblo de la ignorancia, vieron un instrumento de dogmatización del triunfante Frente Sandinista de Liberación Nacional. Esto será objeto de análisis en el recorrido que desarrollaré a lo largo de todo el trabajo. La revolución sandinista fue, como ya apuntaba, una revolución de poetas. Por eso no era extraño que a la hora de conformarse el primer gobierno tras la huida de Somoza, el 19 de julio de 1979, la denominada Junta de Reconstrucción Nacional que estaba liderada por el Frente Sandinista de Liberación Nacional, contara con Ernesto Cardenal, que había jugado un papel muy importante en este triunfo como se verá a lo largo de este trabajo, sobre todo en el ámbito de las relaciones internacionales. De este modo fue nombrado ministro de Cultura de la nueva Nicaragua que comenzaba su difícil andadura. Ernesto Cardenal era consciente del país con el que se encontraba. Tras años de lucha en la montaña, de penurias, de divisiones sobre cómo había que hacer la revolución y demasiados mártires, este encargo al frente del Ministerio de Cultura hizo que desde el primer momento tuviera entre las prioridades de su política cultural la utilización de la poesía como un arma poderosa y real contra algunos de los más importantes males que aquejaban al país, el analfabetismo y la ignorancia. Por eso se propuso la titánica labor de llevar la poesía a cada uno de los rincones de Nicaragua y a través de ella, instruir a una población empobrecida y analfabeta. Pero no se trataba simplemente de que la poesía llegara a todo el mundo, sino que todo el mundo pudiera escribir poesía. Su pretensión fue desacralizar el género y para ello nada mejor que los denominados Talleres Literarios, que proliferaron por doquier en todo el país y que van a ser objeto de nuestro estudio. Varios principios establecidos por Ernesto Cardenal primaron para que los versos dejaran de ser patrimonio de una elite cultural, y que la poesía, al igual que el resto de las cosas en el ideal revolucionario, perteneciese realmente al pueblo. Campesinos, panaderos, sastres, chavales de barrio, policías, militares, dueños de pulperías y, en definitiva, todo aquel que quiso, pudo asistir a estas clases que aún hoy tienen cierta continuidad Los talleres de poesía que Ernesto Cardenal instaura en Nicaragua durante su periodo como ministro de Cultura, como veremos, tienen un origen claro en una experiencia anterior que el poeta llevó a cabo en Solentiname, un pequeño archipiélago de islas volcánicas en el gran lago Cocibolca, donde Cardenal se retiró tras un periodo en el monasterio trapense de Our Lady of Gethsemani (Kentucky, Estados Unidos) donde fue novicio de Thomas Merton, el conocido escritor norteamericano, como reconocer Cardenal. E. (1978). Allí, en este paradisíaco y alejado lugar de Nicaragua, fundó una comunidad en 1966, a propuesta del propio Merton, donde junto a los campesinos que habitaban las islas organizó un sistema de autogestión a modo de cooperativa y en el que el arte, por un lado la pintura primitivista y por otro la poesía, tuvieron un papel esencia, recoge Heussler, O (2010). Es importante resaltar de la comunidad de Solentiname el contexto en el que surge, ya que no se puede entender como un acontecimiento aislado, tal y como señala Dueñas (2013). Así, su creación se da en los convulsos años 60, en un mundo bipolar de guerra fría entre los imperios de Estados Unidos y la Unión Soviética. Un contexto en el que hay que añadir el inconformismo de una juventud, sobre todo en Estados Unidos, que se manifiesta en el modo de vestir, en las canciones de los Rolling Stones, Jimmy Hendrix o Janis Joplin, la poesía de los beatniks como Ginsberg o Kerouac, así como el LSD. Solentiname es el origen de los talleres de poesía que se pusieron en marcha en los ochenta. Con la ayuda de la escritora costarricense Mayra Jiménez, se puso en marcha la primera experiencia tallerista que tantos frutos daría más adelante, narra la propia Jiménez, M. (1981, 1983 y 1985). Solentiname fue “un experimento viviente para la esperanza de la tierra prometida sin desigualdades ni egoísmos, una revolución en pequeño” tal y como señala James W. Heissing (Vivas, 2000, p.149). Como soporte teórico para estos primeros talleres, y cuyas enseñanzas perdurarán en los que siguieron, Ernesto Cardenal recurrió a los trabajos del poeta norteamericano Kenneth Koch a propósito de sus técnicas para impartir talleres de poesía. Cardenal las adaptó y fue creando su propio modo de enseñar a escribir poesía, experencias que se extraen de Koch, K. (1977), Koch, K. (1990) y Koch, K. (1999). La experiencia de Solentiname tuvo una repercusión enorme fuera del ámbito nicaragüense y fue recogida incluso por Josephs, A. (1989, 1 de enero) y Riding, A. (1980, 1 de agosto) en el New York Times, así como en otras publicaciones internacionales. Cardenal había visto en Solentiname cuál era el potencial de la poesía con la gente sencilla y no quiso dejar pasar la oportunidad de volver a repetir aquella experiencia, pero esta vez a gran escala. La pequeña comunidad de aquellas islas bañadas por el lago Cocibolca ahora se convertía en un país entero. Tenía que vencer para ello un obstáculo, que no era otro que, como explica en una entrevista que “poetry isn't an art that belongs to a small minority, to an elite, but that art is the people's” (White, 1986, p. 109). Hay que buscar las motivaciones de articular estos talleres de manera masiva en todo el país en la intención de reformular su cultura. En este sentido se produce esta búsqueda de sus raíces y el enfatizar algunas características locales al crear nuevas formas de producción cultural. Es en este contexto de “crear una cultura del pueblo y para el pueblo” (Hollis, 1991, p.12). Los talleres de poesía que Cardenal desarrolló en Nicaragua durante su etapa como ministro de Cultura, en cualquier caso, no estuvieron a salvo de la polémica, como recoge Wellinga (1994), polémica en la que será importante, como se puede apreciar en Belli, G. (1981, 21 de marzo). Así, veremos cómo se fue configurando la construcción del discurso identitario de Nicaragua a partir de una consigna clara que guió su trabajo y el de otros muchos: la poesía, la cultura y por extensión la educación, es revolución, Craven (1989).