Emoción, percepción y acciónemoción como percepción del entorno

  1. Palma Muñoz, José Manuel
Dirigida por:
  1. Juan José Acero Fernández Director

Universidad de defensa: Universidad de Granada

Fecha de defensa: 12 de julio de 2017

Tribunal:
  1. María José Frápolli Sanz Presidenta
  2. Fernando Martínez Manrique Secretario
  3. Alberto Acosta Mesas Vocal
  4. Jesús Navarro Reyes Vocal
  5. Ingrid Vendrell Ferran Vocal
Departamento:
  1. FILOSOFÍA I

Tipo: Tesis

Resumen

Tesis doctoral Emoción, percepción y acción: emoción como exploración del entorno Doctorando: José Manuel Palma Muñoz Director: Dr. Juan José Acero Fernández Universidad de Granada Departamento de Filosofía I Resumen Este trabajo tiene como objeto de estudio episodios de experiencias emocionales, ocasiones particulares en las que los sujetos experimentan ciertos sentires dirigidos hacia porciones del mundo. Este objeto de estudio requiere que la propuesta defendida satisfaga dos desiderátums. Primero, las emociones son experiencias en las que el sujeto siente algo, es decir, con una fenomenología propia. Segundo, estos sentimientos o sentires son estados de los sujetos dirigidos hacia objetos o situaciones particulares del mundo, así como hacia los rasgos emocionales de los que son portadores. Es decir, las emociones son intencionales. Así, se puede afirmar que este trabajo ha concebido las emociones como episodios de sentimientos o sentires hacia [feeling toward]. Para la caracterización de las emociones como sentires hacia se defiende una teoría perceptiva. De esta propuesta destacan principalmente dos rasgos. En primer lugar, su carácter externista. Respecto este asunto, las emociones se definen como percepciones doblemente externas, es decir, episodios fenomenológicos en los que se perciben situaciones externas a la piel del sujeto, tanto a sus estados mentales como fisiológicos. De esta manera se satisface el desiderátum de la intencionalidad. Además, ahondar en esta cuestión del objeto de percepción facilita adoptar un posicionamiento respecto a la función que desempeña el cuerpo en las emociones. Se argumenta que su función es exclusivamente adverbial. El cuerpo no constituye la respuesta a la pregunta sobre el objeto de la percepción emocional, sino que cumple un papel determinante en la manera de presentación o forma de acceder del sujeto a aquello que percibe. En las emociones se percibe el mundo corporalmente. Esto supone a su vez una explicación del papel de los sentires o dimensión fenomenológica de las emociones, el segundo de los desiderátums. Éstos, pese a ser una parte esencial de las emociones y destacar por sus funciones epistemológicas, no son la respuesta a preguntas ontológicas de identidad ni constituyen el objeto de percepción. El segundo de los rasgos de la percepción emocional que la propuesta de este trabajo destaca es su carácter eminentemente práctico. Para defender la naturaleza activa de las emociones se adopta el modelo explicativo de la percepción de aspectos. En las emociones los sujetos perciben una porción del mundo como peligrosa, alegre, triste, etc. La estructura lógica del contenido de las emociones (x-como-p) exhibe un carácter intencional que presenta a objetos o situaciones del mundo particulares como portadoras de un rasgo o aspecto emocional. Este análisis de las emociones como percepción de aspectos subraya la importancia de las acciones de los agentes en la constitución del significado de las experiencias emocionales. La percepción de aspectos involucra un cambio de actitud en el sujeto clave para la explicación de los fenómenos emocionales. Este cambio de actitud posiciona al sujeto y lo inclina a determinados cursos de acción que suponen una valoración del entorno. A su vez, para detallar la naturaleza de los aspectos emocionales, se adopta una perspectiva lógica o gramatical. Ésta constituye otro de los rasgos más sobresalientes de este trabajo. Apoyados en las reflexiones de Wittgenstein (1953/2004), se ofrece un análisis de la lógica que gobierna el uso de términos involucrados en los juegos de lenguaje relativos a la percepción de aspectos, concluyéndose que en la percepción emocional los aspectos hacen las veces de relaciones de concernencia, propiedades relacionales del mundo. A su vez, se argumenta que es un requisito de la lógica o gramática del lenguaje, no del mundo, que los aspectos emocionales sean rasgos del entorno. De estas consideraciones de la naturaleza práctica de los aspectos emocionales se deriva la definición de las emociones como percepción de facilidades, las cuales se conciben como vías o sendas para la acción que ofrecen los objetos y situaciones del mundo. Los aspectos emocionales se particularizan en facilidades emocionales, rasgos del entorno de naturaleza práctica que inclinan a los sujetos a desplegar sus emociones mediante determinados cursos de acción. De esta manera se concluye que las emociones son percepciones exploratorias del entorno. Mediante las emociones los sujetos exploran su entorno, percibiendo significados emocionales en él que los asisten y guían en su habérselas con el mundo. A su vez, el carácter práctico de la percepción emocional facilita explicitar un segundo sentido en el que esta propuesta es externista. El carácter externista se pone de manifiesto principalmente acerca de dos cuestiones. Una relativa al objeto de percepción, asunto que se acomete al proponer la teoría doblemente externa de la percepción emocional; la otra relativa a la influencia del entorno social o cultural en constitución del significado de las experiencias emocionales. En lo concerniente al segundo asunto, se muestra la manera en la que el contexto cultural determina la significatividad que la percepción emocional adquiera. Los sujetos aprenden a percibir determinados aspectos emocionales del mundo determinados culturalmente. La percepción emocional se educa, es flexible y sensible a factores culturales, determinantes esenciales del resultado experiencial final. Ambos asuntos muestran que diversos elementos y procesos externos a los sujetos son fundamentales en la constitución del significado de las experiencias emocionales. Es decir, que las emociones se gestan gracias a procesos externos a la piel del sujeto. Por último, la propuesta de este trabajo resulta en una concepción pluralista de las emociones. Desde al menos la Modernidad, y destaca en ello la figura de Descartes, las emociones se han concebido como fenómenos estrictamente individuales. Todos los elementos necesarios en la constitución de las emociones podían encontrarse en los estados internos de los individuos. Como se acaba de afirmar, este trabajo aboga por una concepción externista de las emociones contra esta perspectiva moderna. Además, la ontología cartesiana limitó la elección del punto de partida del análisis de las emociones a estados subjetivos de los individuos. En particular, su tesis de las dos sustancias estableció un dilema de elección. Había que escoger entre estados mentales o fisiológicos como núcleo esencial de las emociones. Esto planteaba el problema de la difícil relación entre estas dos sustancias concebidas de maneras tan distintas. (La influencia de estos rasgos de la Modernidad en el debate presente sobre emociones ha quedado manifiesta en las dos corrientes que lo dominan, el cognitivismo y las teorías interoceptivas, a la vez que se refleja constantemente en problemas como la división entre emociones básicas o cognitivas o de nivel superior). La influencia de Descartes eclipsó otras posibilidades de análisis, oscureció la posibilidad de adoptar modelos teóricos distintos, no individualistas, que estableciesen el punto de partida del análisis en otros marcos explicativos, por ejemplo, el de un agente relacionándose prácticamente con su entorno natural y social. Desde este tipo de análisis se puede rechazar el problema de la localización cartesiano. Nada fuerza a tener que elegir sólo un elemento como el núcleo fundamental de las experiencias perceptivas. Por el contrario, este trabajo recomienda adoptar una estrategia de corte pluralista. Los distintos elementos que constituyen las experiencias emocionales (afecto fundamental, sentimientos, estados psicológicos o mentales, facilidades y el comportamiento) conforman un conjunto de fenómenos que comparten un parecido de familia. El pegamento que los aglutina en un episodio emocional concreto es un trasfondo de prácticas normativas que articula y determina el significado de la percepción emocional. Summary This dissertation studies emotional-experience episodes, particular occasions in which subjects experience feelings towards certain pieces of the world. We confine our proposal to this topic by means of two desiderata. First, emotions are experiences in which subjects feel something ―that is, emotions are phenomenological events. Second, these feelings are states directed towards particular objects and situations of the world, including their emotional properties. In other words, emotions are intentional states. Therefore, we conceive of emotions as feelings towards episodes or events. In order to characterize emotions as feelings towards events, a perceptual theory is introduced. This theory emphasizes two main features of emotions. Firstly, its external dimension. Emotions are defined as doubly external perceptions ―they are phenomenological episodes in which subjects perceive external objects or situations of the world, events beyond their skin (beyond their mental and physiological states). This is how the proposal satisfies the desideratum of intentionality. Furthermore, studying this issue about the object of perception leads to the adoption of an adverbial stance concerning the bodily states linked to emotions. The body solely fulfills an adverbial function in the constitution of emotional content. Somatic states are not the object of emotional perception, but the result of inquiries about the mode of presentation or manner in which subjects access what they perceive. While undergoing an emotional episode, subjects perceive the world bodily. On the one hand, bodily feelings, despite being an essential part when it comes to epistemological issues, do not exclusively constitute the identity of emotions. On the other, somatic states do not play the role of object of perception. These considerations produce an explanation of the function of feelings ―the phenomenological dimension of emotions, the first desideratum mentioned above. The second feature of emotional perception highlighted in this work is its practical character. In order to endorse the active nature of emotions, the explanatory model of aspect perception (Wittgenstein, 1953/2004: part II) is applied. While undergoing an emotional episode, subjects perceive a portion of the world as dangerous, amusing, sad, etc. The logical structure of emotional content (x-as-y) shows an intentional character that presents particular objects, or events of the world, as bearers of emotional features. In this sense, the proposal of aspect perception fits with the intentional character of emotions, the second desideratum, and it is compatible with the external character of the proposal that we defend here. This analysis of emotions as aspect perception highlights the importance of actions for the constitution, or shaping, of the meaning of emotional experiences. Aspect perception involves a change in the agent’s attitude, which is key for the explanation of emotional phenomena. The agent adopts an attitude that inclines her toward a certain course of actions, and which represents a subject’s appraisal of her environment. In order to characterize emotional aspects in more detail, this thesis sticks to a logical, or grammatical, perspective ―another of the essential features of the proposal. Building upon Wittgenstein’s reflections on the subject (1953/2004), an analysis of the logic that governs the use of terms involved in linguistic games concerning aspect perception is offered. From this analysis it is concluded that aspects, understood as concerns, are the objects of emotional perception, that is, they are relational properties of the world. It is also argued that it is a logical or grammatical requirement of language, not of the world, that emotional aspects are features of the environment. Once the main features of emotional aspects and their practical nature are established, a definition of emotions as perception of affordances is obtained. Emotions are perceptions of activity trails (Cussins, 2003) afforded by objects and events of the world. We explain emotional aspects as emotional affordances, environmental features with a practical nature that incline agents to develop emotions through certain courses of action. Through emotions, agents explore their environment perceiving its emotional meanings. These meanings assist and guide them in their dealing with the world. At the same time, the active character of emotional perception displays another sense in which the proposal of this work is externalist (the first one, related to the object of perception, was previously discussed when proposing a doubly external theory of emotional perception). The second sense refers to the influence of the social or cultural environment in the constitution of the meaning of emotional experiences. The cultural context determines the meaning that emotional experiences acquire ―subjects learn to perceive particular emotional aspects of a world that is culturally set up. Emotional perception can be educated. It is flexible and sensitive to cultural factors, which determine the final experiential result. Both issues show that different elements and processes external to subjects are essential to the meaning of emotional experiences. That is, emotions are generated thanks to processes that are external to the subjects’ skin. Finally, the defended proposal leads to a pluralist conception of emotions. At least since Modernity, the outstanding figure of Descartes being crucial, emotions have been conceived as a strictly individual phenomenon. It is commonly thought that all the elements necessary for the shaping of emotions can be found in the internal states of individuals. As it was just stated, this dissertation defends an externalist conception of emotions, against this modern perspective. Furthermore, Cartesian ontology limited the choice of the starting point of the analysis to subjective states of individuals. Particularly, his thesis of two substances set up a dilemma. Theorists have to choose between mental or physiological states as the essential core of emotions. This approach raises the problem of the difficult relation between these two substances so differently conceived. The influence of these features of Modernity on the present debate on emotions is clearly represented by the two theories that articulate it (cognitivism and interoceptive theories), and it is also reflected on actual problems like the division between basic and cognitive or higher-order emotions. Descartes’ influence clouded the possibility of adopting different (non-individualistic) theoretical models that kicked off the analysis from a different starting point ―for example, the explanatory framework that begins considering the agent’s practical relationship with its natural and social environment. From this kind of analysis, the Cartesian localization problem can be avoided. There is no need to choose just one element as the fundamental core of perceptual experiences. By contrast, this work defends the adoption of a pluralistic strategy. The different elements that comprise emotional experiences (core affect, feelings, mental or psychological states, affordances and behavior) form a group of phenomena that share a family resemblance. The glue that fixes them together in a particular emotional episode is the background of normative practices, which articulate and determine the meaning of emotional perception. Bibliografía/Bibliography Barrett, L. F. (2005). "Feeling Is Perceiving: Core Affect and Conceptualization in the Experience of Emotion". En L. F. Barrett, P. M. Niedenthal, & P. Winkielman, Emotion and Consciousness (págs. 255-284). New York: Guilford Press. Block, N. (1995). "On a Confussion about a Function of Consciousness". Behavioral and Brain Sciences, 18, 227-287. Cussins, A. (2003). "Content, Conceptual Content, and Nonconceptual Content". En Y. H. Gunther, Essays on Nonconceptual Content (págs. 133-163). Cambridge: The MIT Press [Original de 1990]. Damasio, A. R. (1994/2001). El Error de Descartes. 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