Estudio de la mística cristiana y musulmana a través de la obra de Ibn Arabi y San Juan de la Cruz

  1. Benyaya, Khadija
Dirigida por:
  1. Mª Concepción Argente del Castillo Ocaña Directora

Universidad de defensa: Universidad de Granada

Fecha de defensa: 24 de noviembre de 2017

Tribunal:
  1. Miguel Ángel García Presidente
  2. Juan Varo Zafra Secretario
  3. Ana María Padilla Mangas Vocal
  4. Belén Molina Huete Vocal
  5. Blas Sánchez Dueñas Vocal
Departamento:
  1. LITERATURA ESPAÑOLA

Tipo: Tesis

Resumen

Nuestra tesis trata de las conexiones entre el misticismo islámico y el cristiano a través de un estudio comparativo de algunos aspectos de la obra de San Juan de la Cruz (1542-1591) e Ibn ʽArabī de Murcia (1165 - 1240). El tema de los rasgos de la mística cristiana procedentes del sufismo andaluz que, a juicio de algunos investigadores, han marcado a místicos renacentista de la talla de San Juan de la Cruz y Santa Teresa de Jesús, ha sido esbozado por primera vez por Asín Palacios. El gran arabista fue el primer investigador que llamó la atención sobre posibles matices de la poesía sufí del murciano Ibn ʽArabī en la obra San Juan de la Cruz. Al considerar la existencia de grandes analogías de doctrina entre las dos místicas presentó, por primera vez, una fuente común, en este caso el monacato cristiano oriental, que explicase los abundantes paralelismos existentes entre ambas experiencias. En este caso, la mística musulmana o el sufismo, en sus orígenes, es un simple caso de imitación del monacato cristiano oriental. Es precisamente en este punto en que diferimos de la tesis de Asín, a pesar de que este trabajo prosigue de alguna manera la línea indicada por su escuela. Este estudio está orientado a demostrar que el ascetismo musulmán así como el sufismo en sus principios tuvieron un origen autóctono. Pasados los dos primeros siglos del Islam, la vida espiritual musulmana empieza a conocer radicales cambios y el sufismo progresivamente va adoptando elementos extranjeros hasta convertirse en un verdadero dogma filosófico. Otro motivo que nos ha animado en la tarea de llevar a cabo este trabajo ha sido describir la experiencia mística a través de dos autores pertenecientes a diferentes culturas y religiones. Nuestra intención era realizar un abordaje de la cuestión desde el punto de vista de un árabe y musulmán. Como tal, hemos podido manejar los libros árabes en su texto original, incluida la obra de Ibn ʽArabī; así como traducir directamente del árabe al español los textos que hemos manejado y citado en la tesis. En la elaboración de este estudio comparativo hemos tomado como fuente la colección de cantos de Turjumān al-aŝwāq (El interpreté de los deseos) de Ibn ʽArabī y los poemas de la Noche, del Cántico y de la Llama de San Juan de la Cruz. La elección del cancionero del sufí murciano se explica con que sus versos erótico-místicos esconden bajo la superficie del símbolo y la alegoría todo su pensamiento; además de ofrecer sorprendentes semejanzas con los poemas principales del santo carmelita. Con respecto a la estructura formal de esta tesis, la hemos dividido en dos grandes bloques. En la primera parte titulada “La mística musulmana”, intentamos trazar en el primer capítulo un panorama general de los diferentes credos religiosos en la Península Arábiga; comenzando por remontarnos a la época preislámica en que además del cristianismo y del judaísmo, el politeísmo desempeñaba un papel central en la espiritualidad de la época. A continuación, en “La vida espiritual en los albores del Islam”, nos centramos en la vida espiritual en esta época intentando tomar en cuenta todo el contexto espiritual en los primeros siglos del Islam. Más tarde, en “El zuhd y el taṣawwuf, la ascética y la mística en el Islam”, ofrecemos un estudio exhaustivo de los dos fenómenos como movimientos centrales de la espiritualidad del Islam; y analizamos la relación que ha unida los dos términos desde su aparición hasta llegar a determinar dos disciplinas totalmente independientes. En el segundo capítulo “El origen del sufismo” abordamos este tema a través de una síntesis expositiva de cómo fueron los orígenes y evolución de este complejo fenómeno. Empezamos por el estudio de las fuentes islámicas basándonos en el Corán y la sunna. Realizamos, además, un recorrido por las culturas que han tenido un contacto directo con los musulmanes y que por lo tanto pudieron influir de alguna manera en la formación del pensamiento sufí. Hacemos especial hincapié en la influencia de la religión cristiana, poniendo de manifiesto los elementos cristianos que llegaron a formar con el tiempo una parte integrante del sufismo filosófico. Pero también hemos destacado las diferencias irreconciliables entre las dos místicas, la cristiana y la musulmana, que las separan y constituyen la peculiaridad de ambas experiencias espirituales. Luego pasamos a estudiar el influjo neoplatónico, que constituye una de las fuentes más esenciales del sufismo filosófico a través de conceptos como el panteísmo y la emanación. Aclaramos, asimismo, algunas huellas de las antiguas religiones persas y del misticismo hindú en el sufismo; estas dos culturas tuvieron gran difusión en tierras árabes, se mantuvieron en la región y llegaron a tener adeptos en todo el Estado musulmán. Su influjo empieza a notarse pasado el segundo siglo de la hégira, el octavo de la era cristiana, cuando el sufismo empieza a abrirse camino como corriente filosófica. La segunda parte titulada “La mística cristiana y musulmana a través de la obra de Ibn ʽArabī y San Juan de la Cruz”, se abre con un estudio teórico a cerca de la mística hispano-musulmana. La vida espiritual de al Ándalus empieza desde los primeros siglos de la conquista árabe a la Península con un ascetismo práctico y personal. El sufismo andalusí, en cambio, surge en el tercer siglo de la hégira, el noveno d. C, representado en su figura máxima, Ibn Masarra. Luego presentamos un esbozo biográfico de Ibn ʽArabī con las líneas generales que caracterizan su obra. En “La mística cristiana en la Península Ibérica”, hemos abordado el problema del origen que hasta el momento sigue siendo debatido por los estudiosos del tema. Para pasar luego a hacer una aproximación a San Juan de la Cruz a través de poner de manifiesto la extrañeza y singularidad de su lenguaje simbólico que le ha identificado por muchos investigadores con la literatura sufí comentada. Terminamos con el sufismo andaluz y su posible influjo en la mística hispano-cristiana del Siglo de Oro. El cuarto capítulo aborda el problema de la inefabilidad de la experiencia mística y el uso del lenguaje alusivo místico en Ibn ʽArabī y San Juan de la Cruz. El quinto capítulo está centrado en el estudio de los principales elementos simbólicos a través del cancionero erótico-místico Turjumān al-aŝwāq, (Intérprete de los deseos) de Ibn ʽArabĪ y los poemas mayores de San Juan de la Cruz. Hacemos especial hincapié en los símbolos centrales, noche, luz, fuego, agua, vino y leche. También estudiamos la mujer en la visión mística de los dos autores; ésta representa la belleza máxima en que se deja ver de la manera más perfecta la presencia divina. Conclusiones Se ha podido comprobar a través del Corán y la sunna, las dos fuentes escriturarias básica del Islam, que en esta religión no falta la natural inspiración espiritual, ni falta tampoco la capacidad de desarrollarla. Es obvio que el Corán así como las sentencias proféticas contienen gérmenes de un pensamiento elevado que edificó la base de una vida y una teoría espiritual en el Islam. No se puede negar que los musulmanes se vieron influenciados por otras culturas, pero eso ocurrió en una etapa avanzada del sufismo. El cristianismo se presenta como una de las culturas que más han influido en la aparición del sufismo filosófico. Prácticas como la mortificación del cuerpo y el celibato carecen de cualquier fundamento islámico y son consecuencia del influjo monacal en la sociedad árabe. Por otra parte, a medida que hemos ido avanzando en nuestro trabajo sobre estos dos maestros de la fe, han ido apareciendo cada vez más estrechas similitudes difíciles de explicar entre la ontología de Turjumān al-aŝwāq (El intérprete de los deseos) de Ibn ʽArabī y los poemas mayores de San Juan de la Cruz. La mayoría de los poemas del cancionero se construyen sobre la misma trama de los poemas mayores del reformador carmelita. Las estrechas coincidencias se advierten, a veces, hasta en los detalles mínimos; es decir, la búsqueda afanosa del Amado-Dios, la angustia de la separación que tienen como fondo una noche oscura que impide totalmente la visión, la repentina interrupción de la total tiniebla por relámpagos que manifiestan la presencia divina y, el dolor de la travesía que termina con el deseado encuentro que tiene lugar cuando se empiezan a recibir los primeros rayos de la aurora. Las semejanzas en la concepción del lenguaje y la simbología entre los dos místicos son también demasiado numerosas. En este aspecto hemos llegado a la conclusión de que la obra de los dos maestros es un símbolo dentro de otros símbolos. Los dos maestros conscientes de la imposibilidad de comunicar sus inefables vivencias místicas a través del lenguaje convencional, intentan acercarlas al lector mediante un lenguaje alusivo, creando así una nueva lengua dentro de la primera. Al explorar el símbolo en los dos maestros, hemos topado con afinidades sorprendentes. Ambos comparten muchas características del símbolo nocturno, coinciden en los mínimos detalles del triple aspecto de la noche y se valen de las mismas imágenes nocturnas y aurorales. La iluminación divina es comparada por los dos místicos a la luz del sol que ciega con su exceso de luz. Los dos utilizan la imagen de la luz que impregna todos los rincones del alma, junto con el fuego invasor del amor divino que prende desde dentro y consume todas las imperfecciones. El agua, la leche y el vino tienen en la obra de los dos autores el mismo valor simbólico, ya que implican el conocimiento de las ciencias secretas de Dios. La mujer, símbolo de la belleza física y a la vez espiritual, se convierte en los versos de los dos poetas en la imagen más perfecta en que se refleja la belleza divina. Los dos hacen uso del alegorismo nupcial y del símbolo erótico para plasmar su experiencia espiritual, pidiendo al lector un doble nivel de intelección. En los dos casos, estamos ante poemas de índole religiosa que se han elaborado según los códigos amatorios de la lírica profana y, por lo tanto, necesitan las glosas o explicaciones paralelas que posibilitan la interpretación religiosa y divina de estos versos del amor humano. Entrar a profundizar en el paralelismo entre ambas formas místicas nos lleva a declarar que el mensaje del amor divino y el amor al prójimo que se funden en sí en el credo de los dos místicos ha sido y siguen siendo una inagotable fuente de sabiduría e inspiración para muchas generaciones y se presenta, en este caso, como un puente de esperanza que comunica dos religiones tan aparentemente diferentes y distantes como lo son el Cristianismo y el Islam.