Neurociencias y salud públicaefecto del semáforo nutricional sobre la elección y el procesamiento cerebral de alimentos industrializados

  1. Krutman Rezende, Laura
Dirigida por:
  1. María del Carmen Fernández Santaella Directora
  2. Isabel de Paula Antunes David Director/a

Universidad de defensa: Universidad de Granada

Fecha de defensa: 19 de diciembre de 2017

Tribunal:
  1. Claudio Alberto Serfaty Presidente/a
  2. Jaime Vila Castellar Secretario
  3. Fátima Cristina Smith Erthal Vocal
  4. Gloria Valeria de Veiga Vocal
  5. Regina Celia Cussa Kubrusly Vocal
Departamento:
  1. PERSONALIDAD, EVALUACIÓN Y TRATAMIENTO PSICOLÓGICO

Tipo: Tesis

Resumen

El aumento de las enfermedades crónicas no transmisibles, como la diabetes, la obesidad, las enfermedades cardiovasculares y algunos tipos de cáncer, está relacionado con un cambio alimentario global, caracterizado por el consumo de alimentos con alta densidad calórica, ricos en grasas, particularmente grasas saturadas, carbohidratos refinados y sal (WHO, 2017). Un grupo de alimentos que ha contribuido de manera decisiva a esta alimentación no saludable son los alimentos ultraprocesados, que se definen como formulaciones industriales con cinco o más ingredientes y que contienen alto contenido de azúcar, aceites, grasas, sal, antioxidantes, estabilizantes y conservantes, además de no estar balanceados desde el punto de vista nutricional (Monteiro et al., 2016). Sin embargo, a pesar de sus efectos negativos para la salud, estos alimentos poseen diversos atractivos que predisponen a su consumo: son hiperpalatables, prácticos (listos para consumir o calentar) y baratos (contienen ingredientes de bajo costo). La industria alimentaria utiliza estímulos ambientales para asociar los productos ultraprocesados a aspectos positivos y seductores, facilitando así a la aproximación a los mismos. De hecho, la elaboración de anuncios publicitarios sofisticados, con imágenes muy positivas, además del uso de dispositivos en los establecimientos de venta con óptima iluminación, localización y fácil acceso, incrementan el impulso de compra y el consumo en los adultos pero, principalmente, en los niños y adolescentes. Se ha demostrado que la publicidad predispone al consumo automático de productos alimentarios, dificultando el control del consumidor que se ve expuesto a este tipo de publicidad (Fitzsimons, Chartrand & Fitzsimons, 2008). La literatura científica sugiere que la exposición a la publicidad de alimentos tiene efectos directos potencialmente poderosos. Hay un número creciente de estudios que ponen de manifiesto los efectos causales directos de la exposición a la publicidad de alimentos en la dieta de los niños y jóvenes, en concreto, el aumento en el consumo de bocadillos, el aumento en el consumo total de calorías, el menor consumo de frutas y hortalizas y las mayores las tasas de obesidad (Boyland & Halford, 2013; Boyland et al., 2011; Barr-Anderson et al., 2009). A pesar de la creciente evidencia sobre el uso de advertencias gráficas aplicadas a los productos de tabaco (e.g. Volchan et al., 2013), poco se ha hecho para implementar estrategias similares en la lucha contra la publicidad de alimentos no saludables. Una estrategia para frenar y revertir el avance de las enfermedades crónicas no transmisibles es la utilización de rótulos nutricionales que informen de forma eficiente de las cantidades de componentes perjudiciales para la salud presentes en los productos alimentarios, promovendo así una elección más saludables (WHO, 2012). En Inglaterra, por ejemplo, se propuso una señal nutricional que utiliza diferentes colores como indicativo de los niveles de cuatro componentes no saludables. Los colores de los semáforos (rojo, ámbar y verde) son una indicación rápida de si el nivel de grasa total, grasa saturada, azúcares y sal en un producto alimentario es alto, medio o bajo. Los criterios utilizados inicialmente por la Food Standards Agency (FSA, 2007) para su código de color del semáforo nutricional se desarrollaron sobre la base de estudios y consultas científicas. Además de su propia investigación, la FSA tomó en cuenta las opiniones de expertos, grupos de consumidores, fabricantes de alimentos y minoristas. Temple y Fraser (2014) propusieron que el semáforo nutricional es el mejor modelo de rótulo hasta el momento, pues presenta los nutrientes clave de forma simple e inteligible. Los autores también revelan que la mayoría de los consumidores tienen dificultades para comprender la información proporcionada por los rótulos nutricionales tradicionales y traducirla en orientaciones prácticas para la elección de una dieta sana. Sin embargo, se necesita más investigación para conocer en profundidad el impacto emocional que pueden tener las imágenes utilizadas en los anuncios televisivos o en los paquetes de alimentos ultraprocesados no saludables. Estudios científicos: El objetivo general de la presente tesis es evaluar la efectividad del sistema de rotulado en forma de semáforo nutricional en la selección de alimentos más saludables y en la modulación de la reactividad cerebral a imágenes de alimentos ultraprocesados. Se pretende proporcionar datos teóricos y empíricos en los que se puedan basar las estrategias de elaboración y aplicación de este sistema de rotulado por parte de los sectores de la salud pública. Para conseguir este objetivo, en la presente tesis doctoral se han realizado 3 estudios. Estudio I Dado el creciente consumo de alimentos ultraprocesados y sus consecuencias perjudiciales para la salud pública, es esencial comprender su significado emocional. En este estudio, 4 imágenes de 16 productos ultraprocesados (64 imágenes en total) fueron evaluadas siguiendo la metodología aplicada en la elaboración del Sistema Internacional de Imágenes Afectivas (IAPS / International Affective Picture System; Lang, Bradley & Cuthbert, 2008). Una amplia muestra de estudiantes universitarios evaluaron estas 64 imágenes, junto con imágenes afectivas del IAPS (agradables, neutras y desagradables), en las dimensiones de valencia hedónica y activación emocional, utilizando la escala psicométrica SAM (Self-Assessment Manikin; Bradley & Lang, 1994). La dimensión de valencia mide el grado de agradabilidad de la imagen, mientras que la dimensión de activación emocional mide el nivel de alerta, activación o excitación emocional. Estas dos dimensiones fueron combinadas y transformadas en un vector, cuya magnitud indica el impulso apetitivo asociado a las imágenes de alimentos ultraprocesados. Además, los productos ultraprocesados fueron clasificados por dos experimentadoras independientes en base a la Guía Técnica de Perfil Nutricional de la Food Standards Agency (FSA / UK Department of Health, 2011). La puntuación de la FSA se calcula assignando a cada componente de nutrientes/alimentos puntos positivos para energía (KJ), azúcar total (g), ácidos grasos saturados (g) y sodio (mg); o puntos negativos para frutas, verduras y nueces (%), fibra (g) y proteínas (g). La puntuación final puede oscilar entre -15 (muy alta calidad nutricional) a +40 (muy baja calidad nutricional). Los resultados del estudio mostraron que las imágenes de alimentos ultraprocesados generaron impulso apetitivo y se colocaron en el brazo superior del boomerang del espacio afectivo, relacionado con la motivación apetitiva. Los valores medios para estas 64 imágenes fueron los siguientes: 5,47 (DE = 0,76) para impulso apetitivo, 6,95 (DE = 0,47) para valencia hedónica y 5,13 (DE = 0,67) para activación emocional. El perfil nutricional de los 16 productos ultraprocesados seleccionados, dio una puntuación promedio de 20 puntos (DE = 4,91) para estos poductos. Por tanto, podemos clasificar estos productos ultraprocesados como extremadamente insalubres. Además, se encontró una correlación positiva entre la puntuación del perfil nutricional y el impulso apetitivo generado por las imágenes de los productos ultraprocesados (r = 0,52, p <0,05). Los resultados indicaron que cuanto más grasa saturada, azúcar, sodio y calorías contenían los produtos, mayor era el impulso apetitivo generado por esas imágenes. Es importante señalar que hay evidencia de que estos componentes pueden ser considerados sustancias adictivas y que pueden causar pérdida de control sobre la habilidad de regular el consumo de los alimentos que los contienen (Ifland et al., 2009). Por tanto, es necesario que las autoridades de salud pública reconozcan a los productos ultraprocesados como adictivos y apliquen políticas públicas para combatir el avance de las enfermedades crónicas no transmisibles asociadas a la ingesta de estos produtos (Moran et al., 2016; WHO, 2017). Estudio II Una estrategia para frenar y revertir el avance de las enfermedades crónicas no transmisibles es la utilización de rótulos nutricionales que informen de forma eficiente de las cantidades de componentes perjudiciales para la salud, y así promuevan la elección de alimentos más saludables (WHO, 2012). Temple y Fraser (2014) propusieron que el semáforo nutricional es el mejor modelo de rotulado hasta el momento, pues presenta los nutrientes clave de forma simple e inteligible. Los autores también informan que la mayoría de los consumidores tienen dificultades para comprender la información proporcionada por los rótulos nutricionales tradicionales y traducirla en orientaciones prácticas para la selección de una dieta saludable. En el Estudio II realizamos una revisión sistemática de la literatura científica para determinar la eficacia de los semáforos nutricionales para promover evaluaciones más precisas sobre la salubridad de los alimentos y elecciones de alimentos más saludables, en comparación con los rótulos monocromáticos. Más específicamente, evaluamos aisladamente el papel de los colores del semáforo nutricional sobre estas evaluaciones y comportamientos. Así, seleccionamos estudios empíricos con semáforos nutricionales y rótulos monocromáticos, teniendo en cuenta que estos últimos debían poseer todas las características del semáforo nutricional excepto los colores. Además, examinamos el efecto de textos descriptivos en la eficacia de los rótulos nutricionales. Realizamos búsquedas electrónicas en las bases de datos ISI / Web of Knowledge, SCOPUS y PsycINFO con el objetivo de identificar los artículos revisados por pares con los siguientes términos de búsqueda: traffic light, colour-code, label, nutrition y food, lo que generó 295 referencias. Después de la exclusión de los duplicados y de los estudios que no se ajustaron a los criterios de selección, se incluyeron 11 estudios en esta revisión. Los resultados de los estudios fueron clasificados y agrupados en diferentes resultados y representados en un gráfico Harvest Plot (Crick et al., 2015). Los resultados del estudio indican que los colores de los semáforos nutricionales pueden aumentar la eficacia de los rótulos nutricionales en la guía de las opciones más saludables. A pesar de que los colores del semáforo nutricional aumentan las elecciones más saludables y los aciertos en las evaluaciones de salubridad de los alimentos en algunos estudios, otros estudios no encontraron diferencias entre rótulos en forma de semáforos y rótulos monocromáticos. Ningún estudio encontró que los rótulos monocromáticos fueran más eficaces que los semáforos nutricionales. Aunque se pueden establecer asociaciones biológicas implícitas en los colores del semáforo nutrucional (i.e. rojo para el peligro y verde para la seguridad), algunos consumidores no comprenden el significado de estos colores (Malam et al., 2009). Sin embargo, con exposiciones repetidas, el apareamiento de los colores con determinadas experiencias produce asociaciones fuertes capaces de proporcionar significados a los colores (Elliot et al., 2007). Por lo tanto, es plausible suponer que el aumento de la familiaridad con los semáforos nutricionales aumente también la eficacia de los mismos. Además, igual que en el caso de los colores, los textos descriptivos, o bien mejoraron la eficacia de los rótulos o bien no diferían de rótulos sin texto. En ningún estudio se encontró mejor resultado para los rótulos sin texto que para los rótulos con texto. De acuerdo con un informe desarrollado por la Food Standar Agency (FSA, 2007), que aisló determinadas características de los rótulos nutricionales, los rótulos que combinaron textos y colores del semáforo nutricional obtuvieron las mayores tasas de comprensión (Malam et al., 2009). Estudio III La literatura científica apunta al semáforo nutricional como el rótulo más apropiado, aunque no se ha estudiado su impacto en el sistema nervioso central a través de la electroencefalografía (EEG), más específicamente, a través del registro de Potenciales Relacionados a Eventos (ERPs). El Potencial Positivo Tardío (Late Positive Potential / LPP) es un componente de los ERPs con amplitud positiva y localización centro-parietal, que se inicia aproximadamente 300 ms después de la aparición de un estímulo. El LPP puede cambiar su amplitud por la utilización de estrategias cognitivas, como la reevaluación emocional (Hajcak, McNamara & Olvet, 2010). Aunque la mayoría de los estudios sobre regulación emocional se han realizado con estímulos negativos, existen también estudios que han utilizado estímulos positivos, más específicamente, estímulos de alimentos (Sarlo et al., 2013; Meule, Kübler & Blechert, 2013). En el estudio de Sarlo et al. (2013) se encontró un aumento en la amplitud del LPP cuando se pedía a las participantes que aumentaran el afecto positivo de la imagen de alimento. En el estudio de Meule, Kübler y Blechert (2013), las participantes debían imaginar los efectos inmediatos o a largo plazo de consumir alimentos con muchas o pocas calorías. En este caso, la amplitud del LPP fue mayor para imágenes de alimentos altamente calóricos y con efectos negativos a largo plazo, lo que indica posiblemente que focalizarse en las consecuencias negativas de consumir determinado tipo de alimentos produce activación emocional negativa. En el Estudio III analizamos la reactividad emocional en respuesta a alimentos ultraprocesados precedidos por los colores del semáforo nutricional, a partir de la electroencefalografía (EEG). 14 estudiantes participaron en el estudio, pero debido a la mala calidad de la señal electroencefalográfica, dos voluntarias fueron excluidas de los análisis, quedando 12 voluntarias en la muestra final. La tarea consistió en la visualización pasiva de imágenes altamente agradables de productos ultraprocesados (e.g. galleta rellena, helado y perrito caliente) precedidas por un círculo rojo, ámbar o verde. Se informó a las participantes que los círculos significaban las cantidades de componentes no saludables que tenían los produtos (i.e. grasa saturada, grasa trans, sal y azúcar) y, consecuentemente, los niveles de riesgo de desarrollar determinadas enfermedades crónicas no transmisibles. Así, el círculo rojo significaba alto riesgo, el ámbar riesgo medio y el verde bajo riesgo. Además, las participantes completaron la Escala de Sensación de Hambre (Grand, 1968) y la Escala de Índice de Mala Calidad de la Dieta (IMQD; Fonseca, Chor & Valente, 1999). Los resultados del estudio indicaron que las amplitudes medias del LPP para las imágenes de alimentos ultraprocesados no diferían significativamente en función de los colores de los semáforos nutricionales a los que iban asociadas. Sin embargo, es posible que el número de participantes haya sido insuficiente para encontrar un resultado significativo. En relación a la escala de sensación de hambre, las participantes que informaron mayor variación de la sensación de hambre presentaron mayor LPP para los productos ultraprocesados precedidos por semáforos de color verde, con efecto marginal para el ámbar. Es posible que el semáforo de color rojo debilitó la influencia del hambre sobre la reactividad emocional de los productos ultraprocesados. También podemos especular que los semáforos de color verde y âmbar tienen mayor impacto emocional en personas con mayor sensación de hambre, lo que pudo generar una mayor reactividad emocional para los productos ultraprocesados. Adicionalmente, la amplitud del LPP para las imágenes de alimentos precedidos por semáforos de color verde correlacionó positivamente con el Índice de Mala Calidad de la Dieta (IMQD). Considerando que hay una asociación entre el conocimiento nutricional y la alimentación sana (Wardle, Parmenter & Waller, 2000), es posible que los individuos con peor calidad de la dieta (mayor IMQD) no sean conscientes de las consecuencias negativas para la salud de los alimentos ultraprocesados y que interpreten el semáforo de color verde como un indicativo de salubridad, aumentando así la reactividad emocional a esos alimentos. Si el semáforo verde se interpreta como un marcador de salubridad, es posible que incentive el consumo de alimentos no saludables, sobre todo en personas con peor calidad de dieta y mayor sensación de hambre (Van Kleef & Davegos, 2015). Conclusiones En conjunto, los resultados de esta tesis sugieren que productos ultraprocesados evocan fuertes reacciones emocionales que se asocian con altas concentraciones de componentes insalubres posiblemente adictivos, como azúcares, grasas y sal. A pesar del alto atractivo de los productos ultraprocesados, los colores del semáforo nutricional parecen ser capaces de promover elecciones más saludables de alimento y modular la reactividad emocional frente a estos productos. Sin embargo, el semáforo nutricional puede no ser correctamente interpretado, siendo necesaria una familiaridad y asociación de los colores con los riesgos a la salud. Además, si el semáforo verde se interpreta como un marcador de salubridad, es posible que el mismo incentive el consumo de alimentos insalubres, principalmente en individuos con peor calidad de la dieta. Por otro lado, la utilización del semáforo rojo se mostró importante, sobrepasando el efecto del hambre en la reactividad emocional de los productos ultraprocesados. Para mayor alcance poblacional, sugerimos la combinación de los colores del semáforo y textos descriptivos en los rotulados nutricionales, y la adición de un semáforo único referente a la salubridad general del producto. Los estudios futuros deben investigar posibles impactos negativos del semáforo nutricional verde sobre los consumidores, además de analizar el efecto aislado de otras características de este rotulado (por ejemplo, tamaño y presencia de textos descriptivos), de modo que los sectores de la salud pública podrán implementar el rotulado nutricional más apropiado para combatir el avance de las enfermedades crónicas no transmisibles. Referencias Barr-Anderson, D.J., Larson, N.I., Nelson, M.C., Neumark-Sztainer, D., & Story, M. (2009) Does television viewing predict dietary intake five years later in high school students and young adults? Int J Behav Nutr Phys Act.;6:1–8. DOI:10.1186/1479-5868-6-7 Boyland, E.J., & Halford, J.C.G. (2013) Television advertising and branding. Effects on eating behaviour and food preferences in children. Appetite, 62:236–41. DOI:10.1016/j.appet.2012.01.032 Boyland, E.J., Harrold, J.A., Kirkham, T.C., Corker, C., Cuddy, J., Evans, D., et al. 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