El sueño de la invención en arquitectura 1930-1950piezas iniciales en la obra de Cedric Price, Konrad Wachsmann y R. Buckminster-Fuller

  1. Perez del Pulgar Mancebo, Fernando
Dirigida por:
  1. José Morales Sánchez Director/a
  2. Francisco José González de Canales Ruiz Codirector/a

Universidad de defensa: Universidad de Sevilla

Fecha de defensa: 07 de septiembre de 2017

Tribunal:
  1. Juan Carlos Arnuncio Pastor Presidente/a
  2. Luz Fernández-Valderrama Aparicio Secretario/a
  3. Francisco Javier Boned Purkiss Vocal
  4. José Ramón Moreno Pérez Vocal
  5. Juan Antonio Calatrava Escobar Vocal

Tipo: Tesis

Teseo: 486397 DIALNET lock_openIdus editor

Resumen

La irrupción del modelo de producción fordista supuso un cambio en el paradigma de la industrialización. La llegada del Ford T en 1907 permitió a millones de familias el acceso a un producto hasta ese momento exclusivo de las clases altas de la sociedad. No fueron pocos los arquitectos que soñaron con la aplicación de este nuevo modelo de cadena de montaje a la edificación. Pero la arquitectura, por entonces, ya acumulaba siglos de tradición en las bellas artes, y esta inercia lastró la incorporación a la construcción de los nuevos procesos de producción. Sin embargo, a finales de los años 20 y como respuesta a las extremas condiciones sociales y de acceso a la vivienda durante la Gran Depresión, Buckminster Fuller, un creador ajeno a toda la herencia de la tradición arquitectónica, propuso en su texto 4D Timelock un nuevo concepto de vivienda totalmente inspirada en el modelo fordista. Este manifiesto escrito en 1928 no solo presentaba un modelo de vivienda radicalmente nuevo a nivel estructural o constructivo sino que, además, integraba la última tecnología en instalaciones e introducía un nuevo concepto en la arquitectura, la obsolescencia, derivada necesariamente de los procesos de caducidad de las tecnologías empleadas. Esto le condujo a proponer la vivienda como una prestación de servicio, frente a su consideración tradicional de bien inmueble. Es decir, en este nuevo concepto de Scientific Dwelling la vivienda siempre sería propiedad de la industria y el usuario solo pagaría por su uso, teniendo derecho a la renovación de los sistemas de instalaciones obsoletos y a servicios como el traslado de la casa causado por la movilidad geográfica de la población promovida por las nuevas dinámicas sociales. La primera revisión de este nuevo paradigma iniciado por Fuller a finales de los años 20 tendría lugar en la década de los 40 en los Estados Unidos a causa de las excepcionales condiciones socioeconómicas de la Segunda Guerra Mundial y de su periodo de postguerra. Dos expertos en la tradición industrial alemana como eran Walter Gropius y, sobre todo, Konrad Wachsmann desarrollarán un sistema constructivo viable para la producción en serie de viviendas. Frente a la rigidez de la propuesta de Fuller, Wachsmann, autor del diseño, opta por permitir el máximo grado de libertad generando un sistema constructivo de nudos extremadamente versátil. Este acercamiento a la vivienda partiendo desde el hecho constructivo supondrá un importante avance sobre el caso de Fuller, porque, manteniendo máximas como la eficiencia, la movilidad, la precisión y el rápido montaje, este modelo llegó a producirse industrialmente y a convertirse en una realidad. La segunda revisión llegaría en la década de los 60 a causa de la llegada de la mecanización y el desarrollo de los medios de transporte que provocaron una primera deslocalización industrial con graves consecuencias en el empleo. A esto se unió la irrupción de una nueva ciencia que todo lo cambiaría desde entonces, la cibernética, un salto tecnológico sin precedentes de igual o superior repercusión que el avance que supuso el modelo fordista a inicios de siglo. En este nuevo escenario iniciaría su trayectoria el arquitecto británico Cedric Price, un reconocido seguidor de la obra de Fuller que aplicando el paradigma inaugurado por el norteamericano al nuevo marco de condiciones sociales y utilizando la cibernética como herramienta principal produciría una nueva forma de acometer el proyecto en arquitectura. Price propone un nuevo modelo de arquitectura móvil, modificando sobre los casos anteriores un parámetro fundamental: el tiempo de respuesta. Si para Fuller la movilidad se basaba fundamentalmente en el cambio de ubicación de la vivienda, y Wachsmann incorporaba, además, la ampliación de la misma en base a un posible cambio de necesidades, Price añade un aumento de la velocidad, la movilidad inmediata, donde los cambios se sucedían con horas de diferencia. Esta respuesta tan rápida obligaba a emplear sistemas constructivos de fácil manejo cuya incorporación el proyecto arquitectónico introdujo finalmente un nuevo concepto en el diseño: el juego. Sin embargo, a partir del último tercio del siglo XX, toda la línea de trabajo que se había desarrollado bajo este nuevo paradigma fue malinterpretada como un elemento más de la emergente nueva economía de consumo. Esto se debió, en parte, a que algunos críticos consideraron esta arquitectura y a sus autores como integrantes de un nuevo e imparable movimiento cultural, el Pop, siendo el grupo británico Archigram uno de los responsables indirectos de este proceso de banalización, ya que su impacto mediático eclipsó a toda la línea de trabajo anterior que le había servido de referencia. Las propuestas arquitectónicas de este colectivo estaban más ceca de la utopía que del pragmatismo que originalmente había guiado a sus predecesores y al emplear en sus proyectos las imágenes generadas durante años por todos aquellos autores que habían trabajado en este nuevo paradigma completaron un proceso involuntario de apropiación que selló el destino de todos los implicados por igual hasta el día de hoy.