Las Alpujarras, al sur de Granada. Interpretaciones sobre su estructura e influencia de las mismas en las propuestas de evolución tectónica del extremo occidental del Cinturón Alpino Mediterráneo

  1. M. Orozco 1
  1. 1 Universidad de Granada
    info

    Universidad de Granada

    Granada, España

    ROR https://ror.org/04njjy449

Revista:
Revista de la Sociedad Geológica de España

ISSN: 0214-2708

Año de publicación: 2006

Volumen: 19

Número: 1-2

Páginas: 113-141

Tipo: Artículo

Otras publicaciones en: Revista de la Sociedad Geológica de España

Resumen

Las Alpujarras es una de las primeras regiones de las Zonas Internas del orógeno Bético Rifeño en donde, en una época temprana (primeras décadas del siglo XX), se prueba de un modo fehaciente la existencia de grandes estructuras en mantos de cabalgamiento, análogas a las descritas en los Alpes pocos años antes. Van Bemmelen (1927) y Westerveld (1929), cartografían y diferencian tres mantos de cabalgamiento de gran extensión, el «manto de Guajar», el «manto de Lanjarón-Gádor» y el «manto de Lújar», de más alto a más bajo. En los años treinta, otros autores proponen modificaciones en la estructura de mantos anterior, sin embargo mantienen la aplicabilidad a la cordillera del modelo de «tectónica alpina». Después de un largo paréntesis en el que las únicas publicaciones reseñables son unas pocas que abordan determinados problemas puntuales, como el de las deformaciones superpuestas a la tectónica de mantos o el de la naturaleza del contacto Alpujárrides/Nevado-Filábrides, comienza a finales de la década de 1950, un periodo caracterizado por los trabajos regionales detallados. Se diferencian, en las Alpujarras, un número de unidades o mantos de cabalgamiento que supera al de los definidos previamente. En otros sectores de la cordillera se identificaron numerosas unidades tectónicas de carácter local y se acuñó el término «Complejo Alpujárride». El contacto entre Alpujárrides y Nevado-Filábrides en la zona de Sierra Nevada, considerado hasta entonces como un cabalgamiento, fue reinterpretado en la década de 1980, como una importante falla extensional con movimiento del bloque de techo (los Alpujárrides) hacia el SO. El carácter extensional de este contacto en Sierra Nevada y en otros sectores de la cordillera fue confirmado por estudios estructurales detallados llevados a cabo en distintas áreas. De modo similar, en las Alpujarras diversos autores, a partir de un análisis cuidadoso de los límites entre unidades y teniendo en cuenta la existencia de omisiones de formaciones litológicas y de unidades tectónicas, concluyen que muchos de los contactos entre unidades, previamente considerados como cabalgamientos, son en realidad fallas normales de bajo ángulo y que, por tanto, todas las unidades consideradas como «mantos de cabalgamiento» son «unidades extensionales». Recientes investigaciones ponen de manifiesto la existencia de pliegues tumbados de dimensiones plurikilométricas que implican a secuencias litológicas previamente consideradas como componentes de diferentes unidades tectónicas. Se ha propuesto una nueva interpretación según la cual la estructura de las Alpujarras estaría constituida por una pareja de grandes pliegues tumbados, sinclinal-anticlinal, que se extienden longitudinalmente de oeste a este desde Sierra de Lújar hasta Sierra de Gádor. En varios sitios los pliegues están cortados por fallas normales de bajo ángulo y una lámina extensional de los Alpujárrides superiores se superpone a los mismos. Los resultados de las numerosas investigaciones realizadas en las Alpujaras han contribuido de manera decisiva al conocimiento de la estructura de la Cordillera Bética y a la elaboración de modelos de evolución tectónica. A partir de datos petrológicos y radiométricos más recientes se infiere la formación, hace unos 50 Ma, de un cinturón colisional con espesores de corteza superiores a 50 km. En el Mioceno temprano se pudo producir el cambio desde una situación de compresión y engrosamiento hacia otra de extensión y adelgazamiento cortical. Tendría lugar, asimismo, una evolución desde un metamorfismo de altas presiones hacia otro de bajas presiones. Este acontecimiento extensional en las Alpujarras ha quedado reflejado por la formación de cuencas desarrolladas en relación con sistemas de fallas normales de bajo ángulo. En opinión de algunos autores, a partir de los datos radiométricos y de la relación entre los grandes pliegues tumbados y las fallas normales de bajo ángulo, se deduce la existencia de una relación genética entre el acontecimiento extensional mioceno y los mencionados pliegues tumbados. Otros investigadores, sin embargo, opinan que la formación de los pliegues tuvo lugar en relación con un episodio contractivo, anterior al acontecimiento extensional mioceno y posterior a su vez a otro episodio extensional.