Pluralismo en torno al significado de la muerte cerebral y/o revisión de la regla del donante fallecido

  1. Rodríguez-Arias Vailhen, David
  2. Molina Pérez, Alberto
Revista:
Laguna: Revista de Filosofía

ISSN: 1132-8177

Año de publicación: 2007

Número: 21

Páginas: 65-80

Tipo: Artículo

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Resumen

Desde 1968, el cese irreversible del funcionamiento de todo el cerebro, llamado muerte cerebral, es asimilado a la muerte del individuo. La aceptación casi universal de ese criterio neurológico de la muerte tuvo consecuencias decisivas para la medicina contemporánea, como la limitación del esfuerzo terapéutico en esos pacientes o la extracción de sus órganos para realizar trasplantes. Parte del éxito del nuevo criterio se debe a que la asimilación del estado de muerte cerebral a la muerte fue presentada por la medicina —y acríticamente asumida por la mayoría de las sociedades— como un hecho científico y objetivo. Sin embargo, algunas personas no creen que los pacientes en muerte cerebral estén realmente muertos. Mostraremos en este trabajo que esas personas no están necesariamente equivocadas. Se puede argumentar que, en realidad, la justificación del criterio neurológico no es científica, sino moral. Esbozaremos la tesis de que los problemas relacionados con el estatuto de los pacientes en muerte cerebral se deben a una confusión entre cuestiones fácticas y normativas. Por otro lado, defenderemos que la donación de órganos y la limitación del esfuerzo terapéutico pueden ser éticamente aceptables incluso si consideramos que los pacientes en muerte cerebral están vivos. Como alternativa a la regla del donante fallecido, proponemos una justificación de la donación de órganos de pacientes en muerte cerebral basada en las nociones (morales) de daño y consentimiento: lo que verdaderamente justifica la extracción de órganos de pacientes en muerte cerebral no es que estén muertos, sino que desean donar sus órganos y que, al tener irreversiblemente afectado su cerebro, no pueden ser dañados.