Ortega y Gassetreligión y problema en España

  1. Moreno Fernández, Agustín
Revista:
Pensamiento: Revista de investigación e Información filosófica

ISSN: 0031-4749 2386-5822

Año de publicación: 2011

Título del ejemplar: La religión en la modernidad

Volumen: 67

Número: 253

Páginas: 459-486

Tipo: Artículo

Otras publicaciones en: Pensamiento: Revista de investigación e Información filosófica

Referencias bibliográficas

  • MORÓN ARROYO, C., El sistema de Ortegay Gasset, Ediciones Alcalá, Madrid, 1963, pp. 417
  • y ss. Es interesante ver la confrontación que hace Cerezo entre la postura de «naturalismo panteísta de Ortega y Gasset», frente. al «cristianismo de Unamuno». CEREZO, P., La voluntad de aventura, Ed. Ariel, Barcelona, 1984, pp. 102-109.
  • MOLINUEVO, J. L., Para leer a Ortega, Alianza Ed., Madrid, 2002, p. 28.
  • NATAL ÁLVAREZ, D., Ortega y la religión, Nueva lectura, Universidad de Valladolid, 1997.
  • RAMIRO DE PANO, M. P., Dios y cristianismo en Ortega, Universidad Complutense de Madrid, 1997, Ed. 2006, http://site.ebrary.com/lib/univgranada/ Doc?id=10121365&ppg=1.
  • PINO CAMPOS, L. M., La religión en Ortega y Gasset, Ed. del Orto, Madrid, 2000.
  • Del mismo autor, sobre la cuestión de Dios en Ortega, puede verse su trabajo: «Dios en Ortega y Gasset: una síntesis de sus creencias e ideas», en CABRIA, J. L. - SÁNCHEZ-GEY, J., Dios en el pensamiento hispano del sigh xx, Ed. Sígueme, Salamanca, 2002, pp. 89-121.
  • CONILL, J., De la religión de la vida a la religión personal en Ortega y Zubiri, The Xavier Zubiri Review, vol. 8, 2006.
  • Así lo ha señalado también L. M. Pino: Natal Álvarez publicó un libro, en el que exponía el tenia religioso de Ortega. [...] Otro lector, que analice los textos referentes a aspectos religiosos desde una perspectiva no comprometida con credo religioso concreto, seguramente no compartirá [...] el significado de las conclusiones de éste, pues, por ejemplo, el uso metafórico que hace Ortega del vocablo Dios dista mucho de ser un ente creador del mundo, y dista mucho más del Dios en el que cree un cristiano, matices que no son adecuadamente diferenciados en este libro. La religión en Ortegay Gasset, op. cit., pp. 16-17.
  • Obras Completas, Alianza Ed. y Revista de Occidente, Madrid, 1969-1983, VI, p. 349.
  • Ver también: Meditaciones del Quijote, Ed. de Julián Marías, Ed. Cátedra, Madrid, 2001, p. 44 y nota a pie de página n. o 6 (en adelante MQ).
  • «Mis ideas no han sido nunca "sólo ideas". La circunstancia es, a la vez, una perspectiva, y como tal, tiene siempre un primer término y, tras éste, otros, hasta uno último. Ahora bien, el primer término de mi circunstancia era y es España. [...] El precipitado que los años de estudio en Alemania dejaron en mí fue la decisión de aceptar íntegro y sin reservas mi destino español. No era un destino cómodo. [...] La vida como aceptación de la circunstancia implica, según se ha visto, que el hombre no puede salvarse si, a la vez, no salva su contorno. Mi primer libro iniciaba una serie de estudios españoles a que di el título general de Salvaciones. [...] Mi destino individual se me aparecía y sigue apareciéndome como inseparable del destino de mi pueblo». Prólogo para alemanes (1934), pp. 64-68 (en la edición que manejamos de El tema de nuestro tiempo, Revista de Occidente en Alianza Ed., Madrid, 2006. De ahora en adelante TNT).
  • MQ, pp. 44-45.
  • «Ya ves si mi odio histórico al catolicismo está justifkado». Carta a su novia desde Marburgo. 24 de junio de 1907. Carta n. o 180, p. 567. ORTEGA Y GASSET, J., Cartas de un joven español, Ed. de Soledad Ortega. Ed. El Arquero, Madrid, 1991.
  • «Ortega no comulgó con la Iglesia católica. Es más [...] Ortega fue antivaticanista, anticatólico, anticlerical». MONROY, J. A., Ortegay Gasset, y la religión, http://www.protestantedigital.com/new/enfoque.php? 171.
  • Ortega, en cambio, afirma: «Y ruego al lector anticlerical que no me apunte el haber lo antedicho como alarde de anticlericalismo, en cuyo caso me repugnaría por lo que tuviese de alarde y lo que ostentase de anti». El poder social, 1927, vol. IV, Obras Completas, Ed. Taurus - Santillana, Madrid, 2004-2006, pp. 93-94.
  • O en otro lugar: en esta época donde todo el mundo es anti, yo aspiro a ser y a no anti-ser. Vitalidad, alma, espíritu, 1925, vol. II, O. C. (2004), p. 567 (nos guiaremos por el año entre paréntesis para indicar las distintas ediciones de las Obras Completas).
  • Carta de Soledad Ortega, fechada en Madrid, 8 de mayo de 1986. NATAL ÁLVAREZ, D., Ortega y la religión. Nueva lectura, Universidad de Valladolid, 1987. Original: pp. 1046-1047 (tomo II).
  • «Zubiri decía de Ortega que sabía más teología de lo que parecía. Carta de M. Zambrano a A. Andreu, 6-II-1975». COROMINAS, J. - VICENS, J. A., Xavier Zubiri. La soledad sonora, Taurus, Madrid, 2006, p. 718, nota n. o 27.
  • Sobre el proceso Rull (1908), vol. I, O. C. (2004), pp. 160-161.
  • Venerables ironías (1910), vol. I, O. C. (2004), pp. 353-356.
  • Sobre el proceso Rull y Venerables ironías, op. cit., pp. 160-161.
  • Sobre el proceso Rull, op. cit., p. 161.
  • Asamblea para el progreso de las ciencias, op. cit., p. 186.
  • Mientras España tuvo empresas a que dar cima y se cernía un sentido de vida en común sobre la convivencia peninsular, la incorporación nacional fue aumentando o no sufrió quebranto. Será casualidad, pero el desprendimiento de las últimas posesiones ultramarinas parece ser la señal para el comienzo de la dispersión intrapeninsular. En 1900 se empieza a oír el rumor de regionalismos, nacionalismos, separatismos.... España Invertebrada, Alianza Ed. y Revista de Occidente, Madrid, 2006, pp. 43 y 45 (en adelante EI).
  • Ortega se siente identificado con Joaquín Costa y su proyecto de regeneración: «Regeneración es el deseo; europeización es el medio de satisfacerlo. Verdaderamente se vio claro desde un principio que España era el problema y Europa la solución». La pedagogía social como programa político, 1910, vol. II, O. C. (2004), p. 102.
  • La ciencia y la religión como problemas políticos, 1909, vol VII, O. C. (2006), pp. 130-131. Hay que decir que Ortega no es ni mucho menos acrítico con las ideas socialistas y marxistas: «Yo protesto eneérgicamente contra esa falsificación de la verdad que pretende reducir al marxismo todo el socialismo [...] Marx, señores, es, no más, un socialista: Marx, señores, no es un marxista: como Jesús de Nazareth no fue un católico, apostólico, romano. Falso que los triunfos del socialismo se deban sólo a la lucha de clases y a la fatalidad de la evolución económica» (p. 133).
  • Hay que señalar en cualquier caso, que hay un diagnóstico casi unánime en que Ortega nunca, ni en su juventud, fue socialista. CACHO VIU, V., El joven Ortega
  • prólogo al Epistolario: Cartas de un joven español, op. cit.
  • ORTEGA Y GASSET, J., Cartas de un joven español, op. cit., carta n. o 140, p. 476.
  • «Si hablo siempre con tanto enojo del catolicismo es porque representa para mí, en primer lugar, la absoluta contradicción de cuanto yo llamo cultura, humanidad, virtud y en segundo, porque é1 y acaso nada más ha sido el esquilmador de nuestra raza. [...] Ya ves si mi odio al catolicismo está justificado». Cartas de un joven español, op. cit., carta n. o 180, pp. 566-567.
  • Este aspecto crítico se plasmará en su compromiso político. Por ejemplo, en vísperas de las elecciones municipales, cuyos resultados animarían a Alfonso XIII a salir de España, cuando desde el diario Crisol, y junto a Marañón y Pérez de Ayala, piden el voto a la candidura republicanosocialista: Quiere nuestra nación vivir en plenitud [...] tomando para ello en su mano la dirección de sus destinos. Pero esto no conviene a la institución monárquica, que no ha sabido nunca fundirse con la totalidad de los españoles, y es más bien gerente de una sociedad de socorros mutuos formada por los altos dignatarios eclesiásticos-no el clero humilde ni las órdenes religiosas populares-, por la alta Banca-no el comerciante y el pequeño industrial-, por los jerarcas militares, por los aristócratas. Esos pocos centenares de personas pretenden que, entera una raza antigua e ilustre, viva supeditada a su arbitrio. ¡A los electores de Madrid!, 1931, vol. IV, O. C. (2005), pp. 626-627.
  • Aprovechamos también para señalar la condena de Ortega a las quemas de conventos: «Quemar, pues, conventos e iglesias no demuestra ni verdadero celo republicano ni espíritu de avanzada, sino más bien un fetichismo primitivo o criminal [...] La imagen de la España incendiaria, la España del fuego inquisitorial, les habría impedido, si fuesen de verdad hombres de esta hora, recaer en esos estúpidos usos crematorios». Agrupación al servicio de la república, 1931, vol. XI, O. C. (1969), pp. 297-298.
  • Renan, 1909, vol. II, O. C. (2004), pp. 31-32.
  • Véase el Epistolario completo Ortega-Unamuno, Ed. de Laureano Robles, Ed. El Arquero, Madrid, 1987.
  • La rebelión de las masas, Biblioteca Austral, Espasa Calpe, Planeta de Agostini, Madrid, 2002, p. 125 (en adelante RM).
  • EI, 65-66.
  • Guerra con cuartel, 1908, vol. X, Obras Completas, Alianza Ed. - Revista de Occidente, Madrid, 1969 (ediciones de 1969 a 1983 con la misma paginación), pp. 103-104.
  • La moral visigótica, op. cit., p. 167.
  • Vives-Goethe, 1960-62, vol. IX, O. C. (1971), p. 532.
  • La pedagogía social como programa político, op. cit., p. 101.
  • «¡Hasta 1822! ¡Ahí tienes lo que es la Iglesia! Tienes razón ¡qué cretinos!», carta n. o 176, Cartas de un joven español, op. cit., p. 553.
  • Pero parece, según Ortega, que no siempre fue así: «La Iglesia ha sido en otro tiempo excelente psicóloga, y es una pena que se haya quedado retrasada en los dos último siglos». La elección en amor, 1927, vol. V, O. C. (2006), p. 503.
  • QF, 127.
  • La ciencia y la religión como problemas políticos, op. cit., p. 136.
  • «Quien quiera entender el hombre, que es una realidad in via, un ser sustancialmente peregrino, tiene que echar por la borda todos los conceptos quietos y aprender a pensar con nociones en marcha incesante». Apuntes sobre el pensamiento, su teurgia y su demiurgia, 1941, vol. VI, O. C. (2006), p. 24.
  • Apuntes sobre el pensamiento, su teurgia y su demiurgia, op. cit., p. 22.
  • Catecismo para la lectura de una carta, op. cit., p. 331.
  • Citado por CONILL, J., De la religión de la vida a la religión personal en Ortega y Zubiri, op. cit., p. 95.
  • MORÓN ARROYO, C., El sistema de Ortega y Gasset, Ediciones Alcalá, Madrid, 1963, p. 417.
  • «Ni una nota orteguiana, que yo sepa, sobre el hambre de inmortalidad. Frente al frenético afán unamuniano por sobrevivir, Ortega contrapone sin aspavientos la tendencia de la vida a ser más que vida, esto es, a alargarse en cultura y ponerse en plena forma; en definitiva, la aspiración a trascenderse como vida natural y alcanzar la figura de la libertad. Pero esto sólo es posible en la reflexión». La voluntad de aventura, op. cit., p. 106.
  • Años más tarde, afirmará la mortalidad humana como lo más constitutivo del hombre para la filosofía. Esto, frente a la teología, para la que es la inmortalidad expresada en Adán antes del pecado original, la que forma parte de la naturaleza humana. La razón histórica, 1944, vol. XII, O. C. (1983), p. 321.
  • Es importante llamar la atención sobre esta palabra. Ortega nos explica por qué. Es un término capaz de un fecundo desarrollo. Está ya en Platón y en alguno de sus sucesores muy poco estudiado: «me refiero a la palabra que para ellos definía la vida: pleonexia, es decir, aumento, henchimiento. Vivir es crecer ilimitadamente; cada vida es un ensayo de expansión hasta el infinito. El límite nos es impuesto; es una resistencia que nos opone otra vida que a nuestro lado, e incitada por análoga energía, ensaya su acaparamiento del universo». A Ortega le queda corta la fórmula spinoziana: cada cosa no aspira a perseverar en su ser; cada cosa viva aspira a ser todas las demás: «la biología exige que instituyamos la categoría del henchimiento». Kenan, 1909, vol. II, O. C. (2004), pp. 41-42.
  • Sobre El Santo, 1908, op. cit., p. 23.
  • Vemos ilustrada esta idea en una carta que Zubiri dirige a Ortega el 3 de enero de 1923, con motivo de la muerte de su padre, don José Ortega Munilla: «se ofrece al cristiano, como primer imperativo de su conducta, una actitud de radical seriedad y amor a la vida. [...] Tome estas ideas, mi querido maestro, [...] como recordatorio, una vez más, de los muchos puntos de contacto que, pese a ciertas divergencias, tiene nuestra comuni6n en un ideal de trascendencia vital». COROMINAS, J.-VICENS, J. A., Xavier Zubiri. La soledad sonora, op. cit., pp. 157-158.
  • «Jesús parece amonestamos suavemente: no te contentes con que sea ancho, alto y profundo tu yo: busca la cuarta dimensión de tu yo, la cual es el prójimo, el tú, la comunidad», pp. 101-102, La pedagogía social como programa politico, op. cit., pp. 101-102.
  • Cartas de un joven español, op. cit., carta no. 119, p. 437.
  • Ideas sobre Pío Baroja, op. cit., p. 228.
  • RM, 102.
  • En torno a Galileo, Revista de Occidente en Alianza Ed., Madrid, 1994, p. 111 (en adelante EG).
  • TNT 96-97.
  • La deshumanización del arte e ideas sobre la novela, 1925, vol. III, O. C. (2005), p. 876.
  • Decía Ortega: «¡Señor, despiértanos alegres y danos conocimiento!», MQ, 55 (ed. de Julián Marías, op. cit.).
  • Galápagos, el fin del mundo, op. cit., p. 130.
  • Revés de almanaque, op. cit., p. 810.
  • EG, 140.
  • Es interesante ver las consideraciones al respecto de MORÓN ARROYO, El sistema de Ortega y Gasset, op. cit., pp. 419-420.
  • Ortega prefirió los periódicos por las mismas circunstancias de la vida española. En nuestro país ni la cátedra ni el libro tenían eficiencia social. El pueblo espanol no admitía «lo distanciado y solemne» y para Ortega, «quien quiera crear algo-y toda creación es aristocracia-tiene que acertar a ser aristócrata en la plazuela. He aquí, por qué, dócil a la circunstancia, he hecho que mi obra brote en la plazuela intelectual que es el periódico». O. C., VI, 354-355, Citado en Meditaciones del Quijote, Ed. de Julián Marías. Nota a pie de página, no. 7, p. 44.
  • Citado por NATAL ÁLVAREZ, op. cit., Guillermo Dilthey y la idea de vida, vol. VI, O. C. (1983), p. 213.
  • FEUERBACH, L., La esencia del cristianismo, Trotta, Madrid, 2002, p. 231 y p. 248, nota 2.
  • Para la cultura del amor, op. cit., p. 279.
  • Ortega no se interesa por la oposición entre realismo e idealismo en el piano meramente-racional, elude el planteamiento lógico- ontológico y pretende refutar el idealismo exclusivamente desde lo ernpírico vital, «es decir, resolver un problema en el que están envueltas la razón y la experiencia, Sólo desde el nivel de lo puramente fáctico». RAMIRO DE PANO, Dios y cristianismo en Ortega, op. cit., p. 25. Por esto, López Quintás habría acusado en Ortega la precariedad ontológida de su punto de partida. RAMIRO DE PANO, op. cit., p. 116.
  • Apuntes sobre el pensamiento, sn tenrgia y su demiwgia, 1941, op. cit., pp. 23-24.