Discurso de género e implementación de políticas de género en los partidos políticos de la derecha española durante la transición y hasta 1989 en perspectiva comparada

  1. Félez Castañé, Núria
Dirigida por:
  1. Teresa María Ortega López Directora
  2. Mónica Moreno Seco Codirector/a

Universidad de defensa: Universidad de Granada

Fecha de defensa: 11 de enero de 2018

Tribunal:
  1. Mary Nash Presidente/a
  2. Francisco Cobo Romero Secretario
  3. Dolores Ramos Palomo Vocal
  4. Manuel Ortiz Heras Vocal
  5. María Isabel Cabrera García Vocal
Departamento:
  1. HISTORIA CONTEMPORÁNEA

Tipo: Tesis

Resumen

La primera parte de esta investigación está dedicada al discurso de género de los partidos conservadores Unión de Centro Democrático (UCD) y Alianza Popular (AP), en cuanto a la familia, su organización y desarrollo y acerca de la formación de las mujeres, el binomio empleo-trabajo, incluida la inserción de las mujeres en las fuerzas armadas, la situación particular de las mujeres en el medio rural y lo que ambos partidos coinciden en englobar bajo el concepto de “condición femenina”. Por tanto, nos centramos en el estudio del ideal de feminidad construido por los citados partidos. Se divide en nueve capítulos en los que se analizan los cambios producidos en el citado discurso a tenor de múltiples factores que confluyeron en el periodo tratado –desde el surgimiento de ambas formaciones políticas, hasta su disolución en el caso de UCD y hasta el cambio de nomenclatura de AP por Partido Popular (PP). Dentro de la primera parte, concretamente, nos ha interesado, en primer lugar, la retórica de estos partidos sobre la familia, que consideran de partida una institución fundamental sin la cual no puede sostenerse ninguna sociedad, según el conservadurismo. Dentro de ella, las mujeres ocupan una posición central y fundamental para su reproducción y mantenimiento, insertándose dentro del discurso de la domesticidad. Para esta cultura política, de inspiración humanista cristiana en lo social, la familia era objeto de graves amenazas en el periodo tratado. La modernidad, el cambio en las costumbres, la secularización de la sociedad, las ideas de la izquierda y la “relajación moral” generalizada se cernían sobre las familias españolas para propiciar el fin de la sociedad tal cual había sido conocida hasta entones, y ello comportaría el “fin de la civilización”. Fue por ello que propusieron una serie de medidas a través de un discurso conservador que afianzaba la estructura familiar tal como había funcionado hasta el momento, así como los valores que la habían sustentado. En un segundo capítulo, se analiza pormenorizadamente el binomio matrimonio-divorcio. La polémica sobre la ley del divorcio y la aprobación de una ley relativa al mismo que no contentó ni a los sectores más conservadores ni a los más progresistas es fundamental para entender las divisiones de UCD y el ahondamiento en las fracturas existentes en el partido. A la vez, supuso un hito en la obtención de derechos para la población española. Por otro lado, para AP, se dibujó como otro de los elementos que amenazaban a las familias españolas, pues entendían que de aprobarse tal ley habría un aluvión de demandas de divorcio, que pondrían en peligro la estabilidad social. También en relación a la familia, la despenalización en el uso de anticonceptivos cosechó senda oposición por los sectores conservadores de la política española, así como numerosas demandas y manifestaciones –además de apertura de centros clandestinos ya en la dictadura– por parte del feminismo español, que reclamaba su legalización. Un capítulo aparte merece la despenalización del aborto. Fue éste quizá uno de los temas más polémicos en lo que se refiere a la obtención de derechos sobre el propio cuerpo para las españolas. La sociedad, tal como hoy día, quedó dividida en dos grandes bloques. Por un lado, aquel que luchó por la despenalización de una práctica que devolvía el control del cuerpo a las mujeres y permitía abandonar la clandestinidad a aquellas que decidieran poner fin a sus embarazos. Por otro lado, aquel que se opuso a tal práctica –a pesar de constituir un verdadero problema de sanidad pública– dentro del cual encontramos a los partidos que tratamos. Desde ellos se elaboró un discurso esencialista y religioso para sostener la postura anti-abortista que, no obstante, fue contestado por algunas militantes de ambas formaciones, evidenciando que ninguno de los partidos tratados fue tan monolítico como se ha sostenido hasta ahora, y, por otro lado, que las mujeres conservadoras fueron agentes fundamentales en la moderación del discurso de género tanto de AP como de UCD, además –en el caso de UCD– de artífices de numerosas acciones que vendrían a conectar y dar respuesta a las demandas del movimiento feminista. Algo que, por otro lado, también puede considerarse en el caso de la ley de divorcio. El acceso de las mujeres a la educación y la cultura se constituyó como otro de los temas a los que dedicaron atención desde estos partidos. Partiendo de procesos de socialización diferenciales, niñas y niños eran encaminados a la aprehensión e interiorización de distintos roles de género, lo que a su vez se constituía como base de la sociedad patriarcal imperante en el periodo tratado. Esta cultura política centró sus demandas en el cumplimiento de la igualdad en el acceso a la educación. Sin embargo, no prestó atención específica a los problemas estructurales comentados, que eran los que derivaban en la feminización de determinados estudios o en la menor tasa de educación superior de las mujeres. Tampoco en el área del empleo fueron mucho más allá de la propuesta de medidas relativas a la igualdad. AP y UCD pidieron desde el inicio del periodo la igualdad salarial, así como la no discriminación. También en conexión con algunas demandas del movimiento feminista, se demandó la dignificación y reconocimiento del trabajo de las amas de casa, aunque en defensa del mantenimiento del estatus de domesticidad de las mujeres, pues es preciso conectar estas demandas del conservadurismo con su ideal de familia. Para AP y UCD todos estos elementos se conjugaron en la elaboración de un ideal de feminidad muy concreto, así como en un conjunto de factores que se reconoció que afectaban a lo que llamaron “condición femenina”. Ello se abordó a través del tratamiento específico de los problemas de las mujeres, de la discriminación que sufrían las españolas entonces, y de la necesidad de paliarla. En especial en referencia al campo español, que mereció unas reflexiones especiales sobre la situación de las mujeres rurales y agrarias, que examinamos en el capítulo correspondiente. Pero también existió un límite: el ideal de feminidad construido por AP y UCD de base biologicista y esencialista. Para estos partidos no cabía duda de la existencia de dos naturalezas: una femenina y otra masculina. La femenina tendría como cimiento la maternidad, que para ellos complicaba la realización de determinadas actividades por parte de las mujeres, como por ejemplo su participación en las fuerzas armadas, más allá del precepto constitucional de igualdad. En función de todos los elementos discursivos tratados, ambas formaciones conminaron a las españolas a participar en política para dar cauce y lograr sus reivindicaciones, aunque sin traspasar los límites de la feminidad normativa que habían readaptado a los parámetros democráticos. Así, en la segunda parte de este trabajo, examinamos la forma en que se articuló la participación política de las mujeres en los partidos conservadores, el discurso de éstos sobre su integración en las filas partidistas y la propia percepción de nuestras protagonistas sobre su participación. Analizamos, además, el perfil personal de cada una de las parlamentarias ucedistas y aliancistas, que en muchos casos no se corresponde con el perfil medio de las mujeres españolas. Los partidos encumbraron a las elites parlamentarias y partidistas a mujeres de renombre, ya conocidas y con un nivel educativo alto. En la mayoría de ocasiones, representantes de ese ideal de feminidad elaborado por sus discursos. Sin embargo, también en ciertos aspectos –por ejemplo en lo relativo al divorcio o a la despenalización del aborto– estas mujeres sostuvieron posiciones en abierta oposición a la ideología de los partidos en que militaban. Es por ello que dedicamos dos capítulos a analizar la relación tanto de los partidos como de las elites femeninas de los mismos con el feminismo. Por un lado, con el feminismo como movimiento social, pues ambas formaciones distinguieron entre un feminismo “bueno”, el católico o moderado, y un feminismo nocivo, el que llamaron radical, dado que defendía entre otras cuestiones la legalización del aborto. En aquel momento, también las elites femeninas conservadoras tuvieron que posicionarse ante el movimiento social, adoptando un gran abanico de posturas, desde el antifeminismo al feminismo. Más allá de todo esto, fue el gobierno de UCD el que articuló un organismo institucional dedicado a la investigación y tratamiento de los problemas que afectaban a las mujeres, con los límites de su propia ideología. Desde el mismo, se realizaron numerosas campañas y acciones con el objetivo de mejorar la “condición femenina” y comenzar a operar el necesario cambio de mentalidades en la sociedad española, que permitiera que la igualdad entre mujeres y hombres no quedara en una mera igualdad legal, sino que se trasladara al tejido social. Al constatar los límites en los planteamientos de género de AP y UCD, ha sido preciso dedicar atención a otras formas de participación política que emplearon tanto las aliancistas como las ucedistas. Partidarias de la doble militancia, algunas de ellas se insertaron en asociaciones, tanto generales como específicas, que emplearon como plataformas para defender unas posturas distintas a las de sus partidos, o en ocasiones, intereses específicos desatendidos por la agenda política. También, en relación a estas limitaciones, dedicamos un capítulo a observar los obstáculos enfrentados por estas mujeres para ejercer la actividad pública. Éstos abarcan desde la discriminación estructural por sexo hasta las dificultades impuestas por los roles de género –tales como la doble jornada– que, por otro lado, fueron comunes a todos los partidos políticos de la Transición, no solo a los conservadores. Sin embargo, dado que nuestro objeto de investigación, en este caso, son las mujeres conservadoras, nos ceñimos a la lectura sobre las discriminaciones enfrentadas por ellas. Unos obstáculos que limitaron las cuotas de poder alcanzadas, tanto en las instituciones como en los propios partidos, las formas de participación y las acciones y presiones ejercidas por nuestras protagonistas.