Señales químicas, bacterias y ectoparásitos en aves
- Mazorra Alonso, Mónica
- Juan José Soler Cruz Codirector/a
- Juan Manuel Peralta Sánchez Codirector
Universidad de defensa: Universidad de Granada
Fecha de defensa: 08 de noviembre de 2023
- María del Pilar López Martínez Presidente/a
- Antonio Manuel Martín Platero Secretario
- Ursula Höfle Vocal
Tipo: Tesis
Resumen
El estudio de las relaciones ecológicas entre las bacterias (i.e. microbiota) y los eucariotas es fundamental para entender la evolución de los animales (McFall-Ngai et al., 2013). Estos microorganismos establecen relaciones en ocasiones muy complejas con los animales, siendo fundamental su papel en procesos patogénicos, simbióticos o mutualistas (Steinert et al., 2000), así como en la fisiología, el desarrollo, la morfología, e incluso el comportamiento animal (Clemente et al., 2012; Douglas, 2009; LeBlanc et al., 2013; Rosenbaum et al., 2015; Sherwin et al., 2019). Entre las interacciones y procesos ecológicos en los que pueden estar involucrados los microorganismos, una línea de investigación emergente en biología evolutiva es entender la importancia de la microbiota en los sistemas de comunicación química de sus hospedadores (Ezenwa & Williams, 2014). El metabolismo de las bacterias simbiontes genera productos químicos, algunos de ellos volátiles, que influyen en el perfil de olor de los individuos. Además, la microbiota está íntimamente ligada tanto con el fenotipo como con la actividad fisiológica del individuo (Leclaire et al., 2017; Theis et al., 2013;Whittaker et al., 2019) y, por tanto, los volátiles de origen bacteriano formarán parte de las características de las señales y pistas emitidas por los animales que quedan a disposición de conespecíficos y heteroespecíficos. La importancia de los microorganismos en la comunicación química animal fue descrita por primera vez en la hipótesis de la fermentación en la década de 1970 (Albone et al., 1974, 1978). Esta hipótesis originalmente se propuso para explicar los olores de las secreciones de las glándulas de mamíferos, sugiriendo que la variación en la comunidad bacteriana del hospedador genera variaciones en el perfil de olor del individuo que funcionarían como pistas de reconocimiento entre conespecíficos. En la actualidad, esta hipótesis se aplica a cualquier perfil químico (olor) que pueda ser consecuencia del metabolismo bacteriano asociado a un hospedador y que, por tanto, puede operar en escenarios de comunicación química. Se han descrito evidencias del papel bacteriano en la contribución de los olores del hospedador en un amplio rango taxonómico, que incluye no solo a mamíferos (Leclaire et al., 2017; Theis et al., 2013), sino también a insectos (Engl & Kaltenpoth, 2018; Schmidtberg et al., 2019; Sharon et al., 2010), anfibios (Brunetti et al., 2019) y aves (Law-Brown, 2001; Martín-Vivaldi et al., 2010; Whittaker et al., 2019). Por lo tanto, estos olores son información pública que pueden ser usados tanto por conespecíficos como por heteroespecíficos. Especialmente interesante son aquellas pistas que pueden ser usadas por receptores no deseados como depredadores y/o parásitos, ya que estas interacciones conllevan costos para los hospedadores. No solo las bacterias que están íntimamente asociadas al hospedador (microbiota) pueden generar olores, sino también aquellas bacterias asociadas al ambiente donde los animales viven y/o se reproducen; en el caso de las aves, el nido. Las bacterias de los nidos de las aves metabolizan compuestos orgánicos que se acumulan entre los materiales durante la actividad reproductiva de las aves y, por lo tanto, se han sugerido como responsables de los volátiles asociados con el ambiente de los nidos (es decir, los olores de los nidos). Dado que los ectoparásitos utilizan principalmente el olfato para detectar a sus huéspedes (Bowen, 1991; Poldy, 2020; Reneerkens et al., 2005; Takken & Knols, 1999; Zwiebel & Takken, 2004), las bacterias simbiontes asociadas a los nidos de las aves y los volátiles de su metabolismo deberían influir en la probabilidad de que los parásitos detecten dichos nidos y, por tanto, en las presiones de selección del parasitismo que sufren los pollos. En esta tesis, exploramos esta hipótesis, lo que implica la existencia de dos tipos de asociaciones: (A) que los volátiles del ambiente del nido y las bacterias de los materiales de los nidos, así como los volátiles y las bacterias de las secreciones de las aves deben estar relacionadas entre sí; y (B) que tanto los volátiles como las bacterias deben asociarse con la probabilidad y/o la intensidad de ectoparasitismo que sufren los individuos. Además, en esta tesis prestamos especial interés en el conocimiento de taxones bacterianos y volátiles específicos que se relacionen entre sí, y que puedan tener efectos en la probabilidad de ectoparasitismo sufrido por las aves y/o que afecte a su éxito reproductor. Estas relaciones estudiamos en primer lugar mediante una revisión bibliográfica y experimentalmente a nivel intraespecífico en abubillas y en un estudio interespecífico con varias especies de ave. Las hembras y pollos de abubilla (Upupa epops) albergan una compleja comunidad bacteriana responsable de la emisión de compuestos químicos volátiles producidos por la secreción de su única glándula exocrina, el uropigio (Martín-Vivaldi et al., 2010). Las abubillas no construyen nidos, prefiriendo reutilizar agujeros o cajas nido que contienen restos de materiales reproducciones anteriores de conespecíficos o de otras especies de aves (Hoffmann et al., 2015; Martín-Vivaldi et al., 1999). El ambiente bacteriano de los materiales del nido de reproducciones previas afecta a la microbiota de la glándula uropigial de las hembras de abubilla (Díaz-Lora et al., 2019). Para testar esta hipótesis, manipulamos experimentalmente el entorno bacteriano del nido de abubillas. El experimento consistió en la instalación de cajas nido nuevas a las que pusimos material de cajas nido antiguas en las que el año anterior se habían reproducido de forma exitosa abubillas, y que previamente autoclavamos (nidos experimentales) o no (nidos controles). En cajas controles y experimentales que las abubillas utilizaron para reproducirse, analizamos la microbiota del material del nido y de las secreciones de la glándula de hembras y pollos, así como el perfil de volátiles del nido y de la secreción. Además, exploramos estas relaciones en dos momentos de la estancia de los pollos en el nido: al principio, cuando los pollos no tienen desarrollada la glándula y la hembra aún pasa tiempo en el nido; y en el último tercio de dicha estancia, cuando todos los pollos tienen plenamente desarrollada la misma. Estimamos la intensidad de parasitismo tanto de un ectoparásito hematófago (Carnus hemapterus) en los pollos, como de piojos de plumas (suborden Mallophaga) en las hembras. C. hemapterus es una mosca generalista que busca de forma activa nidos en plena reproducción (Calero-Torralbo et al., 2013; Martín-Vivaldi et al., 2006) y, muy probablemente, los volátiles de los nidos les sirvan como pistas para encontrar a sus huéspedes. Por otra parte, los piojos masticadores solo los encontramos en las hembras y no en los pollos. Estos parásitos se alimentan masticando áreas blandas de las plumas y la piel, y succionando sangre cuando provocan un sangrado (Agarwal et al., 2011; Mester, 1977). En el caso de las abubillas estos ectoparásitos se colocan en las plumas de la cresta donde están más protegidos del acicalamiento que realizan las aves. Los resultados mostraron que el material de nido recogido durante la reproducción de abubillas en cajas experimentales presentaba menos densidad y diversidad bacteriana, y mayor diversidad de volátiles que el de los nidos controles. Además, la intensidad de parasitismo (i.e., número de picaduras) detectado en los pollos que se desarrollaban en cajas experimentales fue menor que el encontrando en pollos nacidos en cajas controles. De acuerdo con la primera parte de la hipótesis, encontramos que las comunidades microbianas de secreciones uropigiales y de materiales de los nidos covariaron con sus perfiles volátiles, mientras que el perfil volátil de las secreciones explicó el perfil volátil del nido. Apoyando la segunda parte de la hipótesis, encontramos una asociación positiva entre la densidad bacteriana del material del nido durante la fase de pollos y la intensidad del ectoparasitismo que solo fue puesto de manifiesto en las cajas nido experimentales con material autoclavado. Por último, algunos de los volátiles y bacterias detectados en el material y el ambiente del nido, así como en las secreciones se asociaron con la intensidad del ectoparasitismo de las hembras y los pollos, y con el éxito de vuelo. Estos resultados sugieren un vínculo entre la comunidad de microorganismos de los restos de material del nido y la intensidad del ectoparasitismo. Además, respaldan la existencia de una relación estrecha entre las comunidades microbianas y los olores de los animales y del nido. En su conjunto sugieren que, en abubillas, las asociaciones entre las bacterias y tanto el ectoparasitismo como el éxito reproductivo están mediadas por volátiles de origen bacteriano. También probamos nuestra hipótesis explorando la variabilidad interespecífica en ambientes microbianos y perfiles de volátiles de nidos de diez especies de aves, recogiendo información de bacterias, volátiles y ectoparasitismo al principio y al final del período de estancia de los pollos en el nido. De acuerdo con la hipótesis, (i) la diversidad alfa de las comunidades bacterianas (la diversidad de la comunidad) se asoció con el perfil de volátiles del entorno del nido, aunque esta asociación dependió del índice de diversidad utilizado y del momento de muestreo de los pollos. Además, (ii) la diversidad beta (las diferencias de diversidad entre muestras) basada en las distancias PhILR explicó el perfil de volátiles, pero sólo en la fase tardía de los polluelos. Por otra parte, (iii) la diversidad alfa de los volátiles se asoció con la intensidad de parasitismo en la fase inicial de los pollos, mientras que la diversidad alfa de la comunidad bacteriana y la diversidad beta de los volátiles se relacionaron con la intensidad del parasitismo de los pollos al final de su periodo de estancia en el nido. (iv) Sólo la diversidad alfa de la microbiota del nido al principio del periodo de nidificación explicó el éxito de vuelo (porcentaje de pollos que sobreviven desde el primer al segundo muestreo). Por último, (v) la abundancia de algunas bacterias y volátiles clave aparecieron fuertemente relacionadas entre sí y, algunos de esos elementos resultaron asociados con la intensidad del parasitismo y, en menor medida, con el éxito del vuelo. En conjunto, estos resultados también respaldan los vínculos esperados entre el ambiente microbiano y los olores de los nidos en diferentes especies de aves, y entre ellos y la intensidad del ectoparasitismo y el éxito de vuelo. Aunque los resultados variaron dependiendo de los índices de diversidad utilizados para la caracterización de los perfiles de volátiles y de las comunidades de bacterias, así como del momento del muestreo (al principio o al final del periodo de estancia de los pollos en el nido), de la especie de estudio y de los elementos (bacterias o volátiles) considerados, los resultados presentados en están tesis apoyan la hipótesis de trabajo. Por tanto, concluimos que las comunidades de bacterias asociadas a los nidos de las aves son parcialmente responsables de los perfiles de volátiles de los mismos y del riesgo de parasitismo y éxito de vuelo de los pollos que crecen en ellos.